En los últimos años mucho se ha hablado de la importancia de los juegos clásicos, de la fidelidad que despiertan entre los veteranos y que se deben traducir en importantes ventas atendiendo al catálogo de recopilatorios (el próximo de Sega, pero aún quedan muchos por venir) que se publican regularmente.
En varios artículos dedicados al tema hemos nombrado cómo ese poder de marketing se percibió muy pronto desde las compañías propietarias de sus copyrights, que primero prohibieron todas las iniciativas de retroemulación y almacenamiento de roms en webs de internet, y después se dedicaron a publicar, en un lento goteo que siempre dejaba fuera algunos imprescindibles (había que vender las siguientes ediciones), su catálogo de reliquias.
Una de las grandes beneficiadas de este culto al clásico ha sido Nintendo. Primero porque fue de las que se mantuvieron en contacto con fórmulas tradicionales ya que sus consolas portátiles se encontraban más limitadas tecnológicamente. De ahí que muy pronto, en un salto natural al ver las posibilidades, comenzaran a publicarse títulos de años anteriores para Gameboy Advance, en una situación que se reprodujo en Wii.
Según se dice, tan claro tenían en Nintendo que este era un filón indiscutible, que antes de cualquier otro aspecto de la sucesora de la Gamecube lo primero que se conocía era su consola virtual.
Emulaciones propias, éxito absoluto
El sistema de Wii, se explica desde su propio nombre. En la consola virtual una emulación de otra corre en la propia consola y permite que cualquier código antiguo funcione por esa vía. Algo lógico teniendo en cuenta la diferencia clara de potencias entre la máquina actual y las originales, y que permite que consolas anteriores aporten su catálogo.
Para rematar el enfoque, se diseñó incluso un mando clásico al estilo Super Nes con el fin de que el usuario se sintiera cómodo. El éxito fue tan rotundo que han sido muchas las compañías han aportado sus títulos, e incluso algunos géneros vetados en el mercado por la dictadura de las modas, tienen espacio para desarrollarse (como es el caso de la saga Gradius).
Viendo cómo funciona este sistema, aportar todo (todo) el catálogo de esas consolas sería algo de una sencillez absoluta. Sólo temas de copyright y estrategia impiden se ponga ya a disposición del usuario (sí, previo pago). Esta sencillez es la responsable de que con gran regularidad desde el lanzamiento de Wii, se vayan aportando nuevas joyas imperecederas. Ahora bien ¿y si lo mismo pudiera hacerse con una portátil, más con una portátil tan vendida como DS?
DSi sí, DS no
Las especulaciones sobre el sistema, recogidas en IGN hablan de cómo las Nintendo DS tradicionales, desprovistas por sí mismas de sistemas de almacenamiento, no podrían hacer uso de un modo de descargas como el de Wii. Pero la cosa cambiaría con DSi, dotada de 256 Mb y la opción adicional de las tarjetas SD. Por ello, aunque DS carece de la capacidad de proesamiento de su hermana mayor, podría emular los títulos veteranos por sus escasos requisitos, si bien aquí los programas de emulación y su proceso de adaptación deberían hilar más fino.
La respuesta final está en manos de la compañía, no obstante atendiendo a la importancia que le han dado al tema hasta la fecha y a las posibilidades que tienen frente a la mesa, apostar en esa dirección no parece algo ni mucho menos descabellado.