Violencia para todos
La jugabilidad se ha rebajado para que cualquier neófito disfrute de esta entrega. Solo en la última fase las hordas de enemigos recordaran a las antiguas entregas. El resto de fases (con el modo ‘Más Mutantes’ activado inclusive) son un desfile bastante asumible de enemigos con ganas de saltar por los aires.
Siete fases con diferentes temáticas (casa abandonada, hospital, tren, ciénaga, feria, cárcel y laboratorio) y bandas sonoras exclusivas componen la aventura, que se completa con un modo cooperativo un tanto confuso (las retículas de las armas de los jugadores apenas se diferencian) y tres minijuegos chorras de aguante para hacer el canelo entre cuatro jugadores.
Una vez finalizado el modo historia se desbloquea ‘La versión del Director’ con más gore y escenas jugables, lo que alarga su vida útil, pero no más allá de un par de horas extra. Este The House of the Dead Overkill se disfruta por lo que es y no por o que puede llegar a ser. Es un exceso autoconsciente, sanguinario y cachondo que espantará a los puritanos y adictos al Wii Fit. El resto agradecemos que lleguen títulos así, cortitos y adrenalíticos, con un efecto terapéutico la mar de agradecido: no hay nada como reventar cientos de mutantes pútridos a mansalva para olvidar una mala semana de trabajo.