Posiblemente se haya convertido desde su anuncio en el mayor reclamo para Nintendo DS, un juego que dejará fuera de toda sospecha al catálogo de una consola frecuentemente empleada para productos casuales que buscan rentabilizar la política que ha llevado a la consola a usuarios poco habituales del videojuego.
Es por ello que los sistemas anticopia de Rockstar parecían dispuestos a aguantar el envite que la piratería iba a plantearle, aunque la solución ha sido efímera: demasiados días antes de su puesta a la venta ya hay copias en internet para ser empleadas con las conocidas tarjetas flash.
Aparentemente, estas no funcionarían con todos los sistemas disponibles, pero progresivamente se habría ido extendiendo el parcheado para que sus usuarios pudieran hacer uso de la nueva creación de Rockstar sin pasar por caja.
Recientemente Nintendo contraatacó a la piratería promoviendo una operación policial que se saldó con la intervención de numerosos sistemas de copia en diversas tiendas de toda la geografía de nuestro país. El problema, como comentábamos entonces, seguía siendo el mismo: más allá del despliegue y del marketing, estas operaciones suelen saldarse en los tribunales con interpretaciones generosas sobre el uso real que se da al aparato y llevar a debates sobre la copia privada y el uso de software libre, alejados en la práctica del uso que les dan quienes pretenden redescubrir la propiedad intelectual y el funcionamiento de la industria acabando con sus ingresos.