Los obesos mórbidos, sociópatas y misántropos que viven encerrados en sus cuartos esperando la ocasión de acabar con sus compañeros de clase o con el público de un supermercado, están de enhorabuena: ya no van a quedarse ciegos.
Así, dentro del conjunto de tópicos negativos que ha ido rodeando a los seguidores de la industria del videojuego, un nuevo estudio (en esta ocasión de la Univerisad de Rochester) les permitirá creer que su vista no va a ser dañada por su principal afición. En concreto ésta contribuiría a facilitar la sensibilidad ante "el contraste", lo cual se define como "la habilidad para apreciar los más ligeros cambios en sombras grisaceas en un fondo uniforme".
Este nuevo estudio, que va contra la tradicional asunción de que las horas frente a la pantalla desgastan la vista, se une al largo repertorio de informes que con asombrosa regularidad son sobrepublicitados vinculando o desvinculando a los jugadores de la violencia, de los mayores o menores reflejos, de las posibilidades de acabar padeciendo una lesión si juegan o no con sus consolas, o de si las argucias de marketing de Nintendo para vender utilidades tienen efecto real o no.
Será por el creciente poder de la industria del videojuego, pero en los últimos tiempos es cierto que el balance parece inclinarse a favor del entretenimiento digital.