Por mucho clasicismo que atesore el patrimonio griego, la primitiva postura que su gobierno ha mantenido recientemente contra los videojuegos, era insostenible. Dos meses después de su aprobación, la Ley griega contra el videojuego acaba su triste historia.
El Tribunal Constitucional griego, ha fallado finalmente en el caso de la ley promulgada a finales de julio y que restringía de manera desproporcionada el uso de videojuegos. Encaminada descaradamente contra los cibercafes -que curiosamente se han erigido en la última época en una de las escasas vías para la informatización del país- no hacía distinciones tampoco respecto al uso privado, y planteaba una situación tan ridícula como ha hecho constar la sentencia que la anula.
La noticia de la ilegalización, cuando nos estábamos recuperando del absurdo de cierta cadena privada que, tras sus permanentes campañas de sensacionalismo anti-videojuego, ahora les hace apologías en anuncios abstractos entre sus largas horas publicitarias, causó una mezcla de estupor e incredulidad, aunque finalmente todo ha quedado en un vano intento de reaccionarios por imponer valores ya superados.