Procedente de las lejanas tierras niponas nos llega uno de esos extravagantes juegos de rol que inundan sus colecciones y que casi nunca aterrizan en nuestro mercado. Que este ‘Rhapsody’ lo haya hecho, distribuido por Square Enix (que no desarrollado), merece al menos que se le de un buen meneo. No todos los días desembarca en nuestras tiendas una de estas macarradas japonesas dirigidas para el público más extraño, infantiloide y amebizado.
El juego original procede de 1999, creado por Atlus y lanzado para PSX. Aquel RPG presentaba batallas tácticas en escenarios isométricos mientras que el gameplay se hacía sobre escenarios bidimensionales. Tuvo varias entregas y la que llega ahora a DS es una adaptación de la original para Playstation. Se ha cambiado el sistema de batallas por combates por turnos en escenarios en 2D despareciendo el toque estratégico, pero el resto se mantiene idéntico en músicas, efectos y gráficos.
Lo cierto es que se nota el trabajo de adaptación y el escaso provecho que se le da a las dos pantallas de la consola de Nintendo. Para la ocasión se ha añadido un útil mapa que nos muestra siempre los escenarios donde nos encontramos, estadísticas a la vista del más cegato juanto a opciones y gráficos bien grandotes, para que los más pequeños lo encuentren más atractivo. La parte musical merece la mención que pide ya que es lo más sobresaliente: bellas melodías, secuencias cantadas y adictivas músicas para las batallas. Sin duda, el mejor acompañamiento al conjunto gráfico de deliciosos sprites en 2D de estilo manga ultra-cute. Donde hace aguas es en los FX sonoros, obsoletos y molestos. Hacía años que no dolía tanto navegar por menús y escuchar esos chirriantes sonidos.
Superado el análisis formal estamos en la obligación de advertir de qué tipo de juego se trata, ya que puede que muchos despistados se acerquen buscando una aventura de proporciones épicas y salgan bastante molestos con lo que se encuentren en el paquete. ‘Rhapsody,: A Musical Adventure’ se trata de un RPG infantil con una curva de dificultad que roza el encefalograma plano y cuya mayor virtud es la de ser un mero entretenimiento estético y musical. Los diseños son una absoluta gozada, cada personaje muestra un gran repertorio de emociones y gestos que los llena de vida, la música es envolvente como pocas y el avance del guión es fluido, pidiendo poco al jugador, por lo que recorrer la aventura es un mero paseo para los que llevan décadas puliéndose RPGs de todo tipo.
El protagonismo recae en una fémina, por lo que se invierten los roles, y aquí es el varón quien se encuentra en apuros, lo que da un aire fresco a la clásica situación de conflicto; lo que sucede es que las subtramas que hilvanan la historia principal rozan la mediocridad más descarada (no dudamos que sea adrede): encontrar un bonito vestido, hacer tareas, buscar elementos que nos piden los personajes secundarios etc. Estas son las misiones que, en las primeras horas de aventura, debe afrontar el jugador pudiendo llegar a agotar su santa paciencia antes de que la aventura entre de lleno en el sarao principal.
Ahora bien. El juego está lleno de gatitos, y sólo por eso, el que escribe esta reseña siente cómo se ablanda su corazón a la hora de puntuarlo. Es divertido. Mucho. Pero no es un gran RPG. Si somos honestos, es el juego de rol más moñas (con permiso de cualquier entrega de ‘Pokemon’ y del gran incomprendido ‘Dinosaur King’) que ha llegado hasta nuestras manos. Y eso hace que hasta le tengamos un cariño especial.
N.d.R: La copia a la que hemos jugado sufre un bug que a mitad de juego hace imposible su finalización, calándose la aventura al inicio de una secuencia. Hemos consultado el problema con la distribuidora y nos asegura que es la primera incidencia que reciben sobre este problema, por lo que suponemos que se trata de un caso aislado.