Apuntando a la cal, su trama cuando surge está cargada de amanerada indiferencia. Lo intenta mucho, demasiado, y lo consigue bastante poco. Incluso se vuelve insoportable cuando sin instalación en el disco duro, tras caer en alguna de sus trampas (y con sus muertes puramente primitivas: nos caemos al agua y nos hundimos víctimas del peso del brazo biónico) nos toca volver a escuchar una vez tras otra el mismo discurso, el mismo guión absurdo.
Es entonces cuando el sentido común, nos dice que el punto fijado para continuar en algunos casos ha patinado en sentido común. Es fácil que ante un enemigo incordiante nos que puede matar varias veces, ante nuestra desesperación, tengamos que iniciar recorrido en uno de esos puntos que tenemos que sortear descolgándonos con nuestro brazo biónico, para caer ante el más mínimo error con la desesperación de saber que nuestro esfuerzo no servirá de nada si no superamos al enemigo incordiante que no deja de abatirnos al otro lado.
Radioactividad maldita
Con todo lo peor es la forma de trazar fronteras con la amenaza “radioactiva”, imprecisa hasta lo desquiciante, unas veces basándose en determinadas alturas, otras en determinados puntos del mapeado que no hemos de penetrar. Establecidas con un criterio que llega a ser caprichoso hasta lo idiota, para decirnos dónde podemos y dónde no podemos acceder, una señal de súbita advertencia nos deja sin tiempo para la reacción para caer aniquilados en milésimas de segundo si en un movimiento rápido nos colamos donde no debíamos (y dónde nadie nos había avisado que había peligro, en lo que tiene tanto de injusticia como de despropósito).
Son defectos como estos los que terminan por lastrar un desarrollo que no evita el resultado de notable, si bien habiendo puntuado en lo difícil, irrita que no optara a ocupar un puesto entre los grandes nombres. En todo caso el trabajo está a la altura y probablemente ahí también sea fiel al puesto que Bionic ocupaba en su momento, un casi-grande recordado por quienes le vivieron porque no pudieron evitar pasar con él grandes ratos, si bien posiblemente nunca lo sitúen como el favorito de la época.