Espectáculo divertido el de la todopoderosa Microsoft, que acostumbrada a ningunear a la competencia en el software de ordenadores domésticos, parece dispuesta a ganar la batalla de las consolas cueste lo que cueste, y aunque sea dentro del poco lucrativo terreno de la ficción en las ventas.
Por mucho esmero y cuidado que hayan puesto en la promoción del producto (aunque la mayor parte de la receta se compone de arrogancia y hacer las cosas a lo grande), los elementos en contra eran y son demasiado importantes para salir apabullando, único modo que conoce una marca que es líder desde hace muchos años para no arrasar, y que cómo de momento no da los frutos esperados se limita a adulterar resultados poco satisfactorios.
No quiere decir ello que el fracaso sea inevitable, que los datos sean para echarse las manos a la cabeza, o que la situación no sea reversible. Microsoft tiene muchas cartas en esta partida como para rendirse en el primer envite, aunque quizá debería atar corto a su soberbia y no jugar con estadísticas inventadas que no convencen más que a los ya convencidos. Para los demás, despejar la X y saber cuanto se ha vendido en realidad, es tan sencillo como acudir a estadísticas imparciales.