Descubre si tienes buen oído y sentido del ritmo jugando a los minijuegos que te propone Nintendo en este nuevo producto eminentemente casual.
Bajo la línea ‘Touch Generations’ Nintendo esconde algunas de las propuestas más surrealistas que hace años jamás hubiésemos imaginado: entrenadores personales, guías de cocina, cursos de idiomas, mascotas virtuales y ahora hay que sumarle esta nueva entrega, salida de los mismos desarrolladores de la saga Wario Ware, aunque con diferentes resultados.
Rhythm Paradise se basa en un episodio inédito en Europa y EEUU para Game Boy Advance, uno de esos juegos tan raros, chillones y lisérgicos que tanto se prodigan en las tierras del sol naciente. No sorprende que algo así termine saliendo de tierras niponas (desde hace unos años existen cada vez más versiones europeas de productos rarunos); lo que sorprende es que Nintendo lo lance bajo el sello ‘Touch Generations’, especie de cajón desastre, con la excusa de que es pertenece a un estilo rítmico y musical.
Repitiendo esquemas y rasgos de los diseños minimalistas que tan bien han funcionado en ‘Wario Ware’, esta entrega se basa en la simple premisa de superar minijuegos musicales a golpe de buen ritmo y oído. Nada más. 5 fases iniciales que dan paso a otras 15 que una vez desbloquedas dan acceso a otro popurrí de retos hasta llegar a la friolera de 50 desafíos no aptos para todos los públicos.
Este título, tan sintomático de los tiempos que corren, peca de presentarse como un entretenimiento sencillo, pero esconde una maldad pocas veces vista en un producto Nintendo. Olvida todo lo que crees saber sobre música, su lógica o, si incluso tocas algún instrumento, prepárate para darte de bruces con la dura realidad: pocas veces vas a acertar a la primera las fases iniciales, y mucho menos las de niveles superiores. En una época en la que todo vale, este programa musical se pasa de rosca y nos invita a jugar una y otra vez diferentes fases inconexas, locas, difíciles y nada sencillas.
Cuando por enésima vez un pato caricaturizado como cierto dictador oriental nos manda a freír espárragos por no seguir bien el ritmo el jugador puede estar tentado a lanzar la consola contra el duro suelo (y con fuerza). Menos mal que han incluido ayudas y la posibilidad de que si en cinco ocasiones seguidas fracasas la máquina te deje avanzar de fase, aún perdiendo ‘puntos de ritmo’ y sin ganar medallas. Los otros retos son coleccionar piezas doradas con las que comprar minijuegos o músicas y lograr la mayor puntuación en ritmo que te sea posible en todos los episodios.
Sencillo, minimalista y puñetero. Así lo hemos presentado y mantenemos la opinión acerca de su balance. Productos musicales como éste son el resultado de que mentes enfermas, retorcidas, con un peculiar y maligno sentido del humor hagan videojuegos ‘para toda la familia’. Puede que alguien le encuentre la gracia a sentirse como un auténtico zote musical jugando a este juego. Servidor, desde luego, ha sufrido lo suyo con la entrega de marras. Y solo el toque Wario Ware lo salva de la quema, que conste. Avisados quedan.