Infamous

Ya lo dijo Tío Ben mientras agonizaba a su imberbe sobrino Peter Parker: “un gran poder conlleva una gran responsabilidad”. Máxima que define a Infamous como los celos definirían a Othello o la duda a Hamlet. Una frase que sirve de leit motiv a un título en el que prácticamente podemos jugar a ser dioses. Si lo hacemos como una deidad moral o amoral es algo que depende de nosotros mismos y nuestras decisiones.

El “gran poder” le llegará al taciturno Cole McGrath tras una misteriosa explosión que sume a Empire City en el más absoluto caos y oscuridad. Extrañas fuerzas del mal aparecen para aprovecharse del desorden y la confusión, y es aquí donde el peculiar protagonista, tras descubrir el potencial con el que ha sido dotado, decidirá si ayudarles o no. De hacerlo, se convertirá en leyenda del pueblo, salvador de inocentes y azote de los segadores. La gente apoyará a Cole en sus vueltas por la ciudad e incluso le sacarán fotos como muestra de su asombro y admiración.
 Claro que... quién no se sentiría tentado por tanto poder para poder hacer con él lo que quiera y utilizarlo en beneficio propio. Esta otra cara de la moneda irá corrompiendo el espíritu de Cole poco a poco hasta el punto de otorgarle un aura roja que le rodeará constantemente como recordatorio de su vileza. Los ciudadanos, por supuesto, no dudarán en huir o tirarte latas de cerveza al ver a semejante personaje. Aunque qué le importa a un ser superior lo que opine el pueblo, mientras él se divierta... O así pensarán algunos.

Y esta cuestión de karma no se trata sólo de salvar o no a inocentes, sino de cada pequeña decisión que se vaya tomando. Sean cuales sean las opciones elegidas en todos los dilemas que se nos plantearán, hay ciertas cosas que no cambiarán en el título de Sucker Punch. Empezando por la dinámica de juego. Acción, plataformas y algo de exploración se combinan con acierto en cada parte de la aventura, dividida en un total de 35 misiones principales y bastantes secundarias. Lo que prima por encima de todo son los combates y las batallas con los despiadados Segadores, los Hombres de Polvo o los Primeros Hijos. Todos ellos quieren ocupar el vacío de poder que se ha producido en Empire City y acabar con ellos no va a ser nada fácil. Podremos hacerlo con el cuerpo a cuerpo, pero esta técnica sólo es útil cuando son pocos los enemigos enfrente de Cole. Lo más práctico (y divertido a la vez) es hacer uso y gala del ramillete de poderes que atesora nuestro protagonista.

Electricidad, bendito problema

Todos los superpoderes de Cole McGrath tienen como común denominador la electricidad. Los voltios corren por las venas del protagonista y, como una batería viviente, el mero contacto con el agua puede suponer su muerte. El mayor uso que se le da a estos poderes es como arma mortal. De los dedos del personaje emanarán rayos letales o incluso pequeñas bombas eléctricas de las que nadie podrá escapar. Aunque a medida que Cole va adquiriendo experiencia (al matar enemigos o conseguir ciertas misiones), la podrá intercambiar en el menú principal por diferentes poderes, lo que nos irá convirtiendo en un ser prácticamente superpoderoso. Hasta el punto de que podremos hacer con la electricidad prácticamente cualquier cosa que se nos ocurra, un detalle que hará que a todos los amantes de los cómics les venga inevitablemente a la cabeza un tal Magneto, con todo tipo de impresionantes explosiones y juegos de luces por todas partes.

Y aunque este ex-cartero no podrá volar como lo hace el villano de los X-Men, sí cuenta con una impresionante capacidad para colgarse de cualquier risco, poste o ventana, al más puro estilo Spiderman. Además, a lo largo del juego irá ganando automatismos por los cuales podrá planear o deslizarse sobre raíles de tren, lo que facilitará mucho las labores de exploración en Empire City, gigantesca.

Un potente motor gráfico todavía a perfeccionar

Merece la pena pararse en ocasiones a observar las vistas de la destrozada ciudad desde cualquier atalaya o rascacielo. El potente motor gráfico la muestra en todo su esplendor y crudeza, con edificios derruidos y calles repletas de escombros. Igualmente, Cole exhibe un aspecto muy cuidado y trabajado, con todo lujo de detalles, desde los pliegues de la ropa hasta los efectos de luz que se proyectan sobre él. El resto de personajes, sin estar tan acabados como el superpoderoso, sí que lucen a un buen nivel y transmiten la sensación de estar llenos de vida. El problema aparece en forma de pequeños pero continuos `bugs' y bajones de frames que aparecen cuando uno menos se lo espera. De repente, Cole se encuentra caminando sobre el aire, o agarrado a ningún lugar. O simplemente la acumulación de personajes en pantalla ralentiza la acción hasta parecer que el juego va en cámara lenta.

Lo que tampoco está al mismo nivel que el acabado de los personajes son las expresiones faciales de los protagonistas, apenas capaces de transmitir ninguna emoción durante las escenas de vídeo. Menos mal que se alternan en ocasiones con vídeos con estética de cómic en la que el señor McGrath va contando su propia historia, en perfecto castellano, eso sí, en un doblaje de muchos kilates. Sin duda, un aliciente especial para los lectores habituales de cómic, que encontrarán en éste otro motivo más para comprar Infamous y vivir una historia intrigante aunque poco profunda.

Habría ayudado también a aumentar la emoción de algunos momentos épicos la inclusión de más temas musicales. Apenas se pueden apreciar cuando suenan y ninguno recordará este título por su apartado sonoro, bastante discreto. Es uno de los muchos detalles que convierten a Infamous en un título que podía haberse convertido en un grande y que al final no pasa de ser un buen juego muy entretenido que no llegó a dar de sí lo que se esperaba.