Es posiblemente la enésima ofensa a SEGA, cargada de símbolos usurpados entreteniendo en máquinas rivales y con una gran consola maltratada por el mundo. Y ésta, la última de la marca salvo sorpresa mayúscula -que no parece que nos guarde el futuro-, se vende ahora a precio de saldo. En EEUU el precio del hard ronda las 7 mil pesetas, similar al que tienen sus juegos en Europa, e inferior al del software de otras plataformas.
Por otro lado, la filial de SEGA CRI ha inicido una pequeña de remesa de producción de la Dreamcast, para cubrir la alta demanda que sigue generando un soporte con grandes juegos en su catálogo. Vivir para ver.