En esta ocasión no se trata de si el videojuego es el responsable de la criminalidad de algún país (como entienden Alemania y Venezuela, en una extraña equiparación), ni de si potencia alguna habilidad como la memoria o los reflejos, o de si es responsable de algún mal académico en los adolescentes. El CDC, que vienen a ser los "Investigadores del Centro para el Control de Enfermedades estadounidense" empieza fuerte cifrando la edad media de uso de los videojuegos en 35 años, algo que choca a todas luces contra las polémicas sobre uso en menores y que deja una cifra muy adulta para cuestionar con tanta frecuencia la madurez de sus jugadores. Después, realiza una particular distinción según la cual quienes más tiempo pasan con videojuegos y ordenadores experimentan una tendencia a la obesidad (caso de ser hombres), o a la depresión (caso de ser mujeres). Algo que a priori podría vincularse más al estilo sedentario o a otros temas sentimentales, pero la aparición del videojuego en sus vidas es lo que, por algún motivo, resulta determinante.
Así, dentro del porcentaje de participantes en el estudio, el 45% que más tiempo le dedicaba a los videojuegos experimentaba un aumento de peso en el caso del sexo masculino y tendencias depresivas en el femenino. Para rematar la jugada -nunca mejor dicho- además de obesos estos usuarios resultaban ser más introvertidos y por tanto tenían más dificultades para relacionarse socialmente.
La inclusión en el estudio del uso del PC y la utilización de internet entremezclada impide distinguir con claridad lo que el estudio pretende extraer como conclusión en contra del videojuego. Pero algo sí puede intuirse. Al CDC no le va lo de matar marcianos.