Un nuevo hit para la portátil de Sony, que no desluce en un septiembre cargado de joyas. Después del acertado Final Fantasy Crisis Core, la saga de SquareEnix pega un salto de género para centrarse exclusivamente en las peleas 1vs1 con un reparto que quita el hipo: protagonistas y antagonistas de los diez primeros Final Fantasy se dan cita para cantarse las cuarenta, en un título que da homenaje a todos los fanáticos del RPG por excelencia, que celebra así su 20º aniversario.
Dissidia plantea una historia vieja y conocida por todos: el bien y el mal se enfrentan una vez más en una contienda que ha perdurado por los siglos de los siglos. Con esta trama han arrancado decenas de historias, desde el omnipresente Señor de los Anillos al, hablando de videojuegos, infecto Crash Bash, la primera decepción protagonizada por Crash Bandicoot desde que Naughty Dog lo abandonara a la deriva. Pero precisamente con este disco es con el que Dissidia tiene más puntos coincidentes. Si en Crash Bash dos brujos ancestrales (Uka Uka y Aku Aku) elegían a dos equipos para enfrentarse en una suerte de juegos olímpicos cósmicos y decidir quien se hacía con el poder de una vez por todas, en el caso que nos ocupa dos deidades (Cosmos, Diosa de la Armonía; y Chaos, Dios de la Discordia) han escogido dos grupos de diez héroes y villanos para resolver sus disputas de una maldita vez. Lo de siempre... pero con Sephiroth, Squall, Tidus y Garland de por medio. Veinte personajes que incluyen al Guerrero de la Luz de Final Fantasy I, al Caballero Cebolla de FF III o a Terra de la sexta entrega en el bando de los buenos, o al Emperador de FF II, Artemisa desde el octavo y Kuja, el rival de Zidane en FF IX en el grupo de los malos. Yoshitaka Amano se ha encargado de darles un repaso a los antiguos diseños de personaje para dejarlos en buena forma y listos para la acción.
Hacer mucho con poco
Dissidia es el UMD idóneo para cualquier jugador, sea casual o un experto en la materia. El nivel y las aspiraciones de cada usuario se pueden personalizar hasta detalles insospechados, como el día favorito para combatir. Estas curiosidades se acompañan con tutoriales presentados por un gran reparto de personajes finalfantasieros, Theatre Mode con voces y revisiones de las bandas sonoras clásicas (que no falte One Winged Angel, y hay fantásticas versiones de las melodías de batalla) y una infinidad de cortes de vídeo.
Pero lo principal son las peleas. Épicas y con un sistema más parecido a Kingdom Hearts 2 que a Crisis Core. Hay dos tipos de ataque: los Brave Hits, que arrancan Bravery Points del adversario; y los Hit Points, que convierten nuestra puntuación en Bravery en dolor para el contrario. De esta manera, el quid del combate se centra en hacer que nuestro ataque sea cada vez más poderoso para después enganchar un buen golpe, porque el daño base es nimio en comparación con el que podemos causar si antes arrebatamos algo de espíritu al rival o, maravilla de las maravillas, lo dejamos sin Bravery (lo que viene siendo un Break en palabras técnicas) y a nosotros se nos dobla el puntaje, momento en el que se nos pone sonrisa maliciosa de “ya te tengo, chaval”. Y en este toma y daca de ataques y contras hay lugar para las persecuciones, los saltos imposibles, magias arcanas, invocaciones, correr por las paredes pulsando triángulo, recuperarse en el aire para volver a la lucha y, cómo no, los finishers cuando el medidor de energía se ha llenado al tope. Todo muy Final Fantasy, con indicador de multiplicador de daños según los accesorios y equipación que hayamos escogido, y hasta un minijuego de monedas desbloqueable.
Fans de todo el mundo: con todos los deberes hechos, este es vuestro caramelo. Nuestro análisis completo, en breve.