No importa el tipo de atrocidades que desde la ficción se relaten en un libro, cómic o se proyecte en una sala de cine. Son polémicas del pasado. Quizá algún día resurjan, cuando alguna mano ociosa y salvapatrias apunte hacia uno de estos formatos como culpable de los males del mundo... pero por el momento bastante tienen con el videojuego. A estas alturas.
Lo paradójico es que con el paso de los años los efectos beneficiosos del videojuego están fuera de toda duda, y a pesar de ello sigue siendo considerado un sector hacia el que desconfiar, al que hay que limitar especialmente. Como si sólo los niños los emplearan. En ese sentido, en cualquier otra vertiente el mundo estaría escandalizado por el reprobable caso de censura directa que un país como Alemania quiere imponer sobre todo aquel videojuego que contenga violencia. En lugar de eso, muchos otros países desarrollados y avanzados reproducen sus movimientos. El último de los que hemos sabido, Australia, donde a propósito de Left 4 Dead 2 han despreciado su propio sistema de calificaciones y se niegan siquiera a etiquetarlo como para mayores de 18 años. El juego no saldrá a la venta. Se mutilan... zombies.
Cierto que matar zombies y hacerlos pedacitos no puede ser el mejor exponente de los beneficios mentales para el jugador, pero sí es cuestionable que esa represión e imposición de ideas caprichosa vaya a ayudar. En todo caso, coincide en el tiempo con la publicación de un informe en que se vinculan los videojuegos con la ayuda contra las depresiones. El "informe anual de ciberterapia y telemedicina" recoge así este año el caso de una paciente depresiva que con partidas al Bejeweled (juego de puzles de PopCap games) encontró una forma de evasión y de disfrutar única que le trajo de vuelta a la vida normal. Ahora bien ¿y si la paciente hubiera sido fan del género de zombies? ¿y si hubiera residido en Australia y lo que le hubiera gustado hubiera sido abatir zombies como fan de todo un género de indudable seguimiento en el cine? Las autoridades habrían decidido por ella, en favor de su manera de entender la salud mental.