Antes de Internet, el usuario de 8 bits desconocía muchas cosas. Fruto de la escasa información de muchas revistas de videojuegos de los 80, de la acumulación de títulos e incluso de la escasez de usuarios comparados con el momento actual (que además entonces estaban especialmente fragmentados por 4 marcas de ordenadores), era fácil que aparte de los superventas tuvieramos juegos de los que se sabía poco, e incluso algunos de los que no se sabía nada.
El caso que nos ocupa es especialmente… siniestro. Uno podía preguntar por el Cosmic Shock Absorber por aquel entonces queriendo, anhelando saber, y nadie tenía la más pajolera idea. Y esa suerte que tenían. La curiosidad no venía de una especial admiración o afición… sino frustración. Encontrarse con algo que, de tan malo, te hace preguntarte “por qué”, con especial rotundidad. Tanto como para movilizarte y querer saber la verdad. Nunca la hallamos.
Con Cosmic… uno quería saber dos cosas. Primera si efectivamente era tan malo. El sentido común nos decía que no, que una cosa que se vendía no podía llegar a ese nivel. Que algo debía tener. Porque no hablamos de malo, malísimo. Hablamos de malo de “inexplicablemente malo”. Si el programa nos hubiera cambiado el color de la pantalla sin descanso, habríamos considerado tenía una utilidad catatónica. Algo hipnótico. Simple, pero comprensible. Los puntos blancos yendo de una dirección a otra y nuestro puntero enloquecido con los que en realidad nos encontrábamos, no. Aquello superaba el mal gusto y el fraude masivo.
La segunda cosa que quería saber quien lo probaba es cómo había llegado a las tiendas. Quién había permitido esa cadena (producción, distribución...), si tenía alguna función de estudio sociológico de mercado (a ver qué son capaces de aguantar los sufridos jugadores que esperan 10 minutos frente al ordenador oyéndole chirriar, para luego mover cuatro monigotes de forma ortopédica). ¿Es que nadie controlaba estas cosas?
Al parecer no.
Alguien más ha hablado del tema en algún blog. En este foro dos pobres víctimas expresan su desconcierto. Lo dicho hasta aquí no es exageración. Podría, todo lo más, quedarse corto. Diríamos más de él... pero todavía desconocemos todo al respecto. Está bien, eso sí, no limitarse a recordar a los clásicos en un "greatest hits" de los recuerdos: también había mucha basura en los 80. En este caso cósmica, pero muy descompuesta.