Satoru Iwata no está de acuerdo con la opinión, comunmente admitida, de que a la venta física de videojuegos le quedan "dos días". El éxito de Apple con sus descargas digitales y la PSP Go como consola que abandona el soporte físico eran los dos mejores indicios de que el cambio estaba en marcha, y eso en una industria que se mueve tan velozmente como la del videojuego, imponía cambios a corto plazo.
No obstante en Nintendo, que también han realizado sus propias apuestas con Wii Ware (y que su DSi tampoco ha querido quedarse fuera) entienden que el cambio es en lugar de eso, a largo plazo. "Creo que todavía requiere una significativa cantidad de tiempo", afirmó Iwata. "El mayor cambio entre copias físicas y copias digitales llevará 20 años", añadió, en un plazo superior al de todos los pronósticos. Una afirmación que bien podría acabar clasificada junto a otros augurios innecesarios y demasiado arriesgados como el de Bill Gates pronosticando las pocas probabilidades de éxito de internet.
Eso sí, su optimismo no acaba ahí. A su modo de ver las adquisiciones realizadas en las tiendas podrían beneficiarse de las descargas realizadas on-line y, de esta manera, evitar que el jugador se canse y devuelva el juego que adquirió a las tiendas para incorporarlo al mercado de segunda mano, un sector que tradicionalmente ha preocupado a las desarrolladoras por verse excluido de sus beneficios y ocupar a los jugadores con títulos previos sin pagar por los nuevos.
No obstante, también tuvo tiempo para manifestar sus preocupaciones, de nuevo encaminadas a la piratería. "Nos hemos dado cuenta de que es una batalla sin fin, y creemos que la mejor forma de combatir es continuar luchando legal y tecnológicamente". Particularmente alarmantes, los porcentajes de piratería en Europa y algunas legislaciones ligeras a la hora de aplicarse (quizá, por no estar al día de algo más inquietante, como son las justificaciones morales, "culturales", y legales que algunos vierten a diario para tener sus aficiones gratis aún cuando hagan insostenibles sus altos costes de producción, especialmente en nuestro país).