Admitámoslo, Sega podría haber escogido el camino fácil para crear un nuevo título crossover. Bastaba con inyectar grandes dosis de anabolizantes a Mario y Sonic para convertirlos en marines arquetípicos cuya misión consistiría en salvar el mundo de criaturas subterráneas y/o alienígenas. En lugar de eso, nos encontramos con una secuela digna cuyas únicas limitaciones se ven marcadas por el evento deportivo que ha querido recrear.
En noviembre del año 2007, las mascotas de Nintendo y Sega se unieron por primera vez para competir en los Juegos Olímpicos. Si obviamos algunos detalles un tanto retorcidos -en temas deportivos, un fontanero fondón tiene todas las de perder contra un erizo que se dedica a romper la barrera del sonido en sus ratos libres-, el resultado fue algo más que una anécdota, aunque tampoco se convirtió en una obra maestra. En lugar de apostar por un giro de tuerca conceptual -Mario & Sonic: Rings of War, por ejemplo-, Sega ha aprovechado los inminentes Juegos Olímpicos de Invierno para lanzar una secuela que soluciona algunos de los problemas de la primera parte.
Mario & Sonic en los Juegos Olímpicos de Invierno -disponible para Nintendo Wii y Nintendo DS, aunque la presente reseña sólo puede aplicarse para la versión de la consola de sobremesa- tiene lugar en Vancouver, Canadá, ciudad donde se celebrará el esperado evento deportivo. Evidentemente, la recreación virtual se toma sus pequeñas licencias, ya que dudamos que Vancouver esté poblado de champiñones saltarines o pájaros con graves problemas de cefalitis. La mecánica es sencilla: superar diversos deportes invernales transformados en rápidos y adictivos mini-juegos.
La plantilla de personajes se amplia para evitar rabietas de fans: Daisy, Metal Sonic, Blaze, Donkey Kong... Veinte competidores divididos en cuatro categorías, a saber: velocidad, potencia, destreza y completo. Si bien es posible superar todos los eventos con cualquier personaje, es aconsejable utilizar sus especialidades para sacarles el máximo partido posible; al fin y al cabo, dudamos que el orondo Wario sea la mejor opción para ganar la medalla de oro de patinaje artístico. Asimismo, todos tienen una habilidad secreta que puede utilizarse durante la competición, aunque su uso es limitado. Se agradece la posibilidad de utilizar los Mii, un detalle que por desgracia permanece ausente en la mayoría de juegos de esta índole.
El modo principal del juego -Juegos de Invierno- se divide a su vez en tres secciones diferentes. En Partida Rápida podremos superar los eventos individualmente, en solitario o en compañía. Hasta cuatro jugadores pueden pasar un buen rato, ya sea en un todos contra todos, por equipos, o bien en cooperativo.
Por otra parte, Festival es una especie de modo historia donde participaremos en los Juegos Olímpicos de Invierno, desde su ceremonia de apertura hasta su clausura. Cada día se divide en entrenamientos y en pruebas, cada uno de ellos con una serie de objetivos que deberemos cumplir si queremos conseguir puntos y así convertirnos en los reyes indiscutibles de Vancouver. De tanto en cuando, un rival aparecerá para retarnos en un evento donde tiene las de ganar; jefes finales encubiertos que sorprenderán a los más fieles de ambas franquicias. Pese a que Festival no pasará a la historia por su trama ni por sus giros dramáticos, se trata de un aliciente agradable y en cierta medida obligatorio, ya que conforme completemos pruebas iremos desbloqueando los interesantes eventos fantasía -hablaremos más adelante de éstos.
Aquellos con un espíritu de superación inagotable -o simplemente con poca retentiva, disponen del Entrenamiento, un modo que nos explica paso a paso los controles de los diferentes eventos. Pese a que los tres apartados de Juegos de Invierno ofrecen suficiente contenido y multitud de batallas dialécticas entre compañeros, echamos en falta la posibilidad de crear unos Juegos Olímpicos propios para jugar en solitario o en compañía, ya que Festival ofrece una ruta prefijada. Una importante ausencia, sin lugar a dudas.