Divine Divinity no sólo era un juego de rol de acción con un título estúpido; también se trataba de una interesante propuesta cuya principal baza era la unión de elementos dispares como el combate frenético y progresivo de los Diablo o el afán de exploración de los Baldur´s Gate. Su secuela planea superar el listón con la presentación de nuevos elementos jugables, destacando, entre ellos, la posibilidad de convertirnos en dragón.
No deja de ser curioso que los principales problemas de Divinity II: Ego Draconis -cuya traducción podría ser "Yo, de los dragones"- no estén relacionados con el juego en sí. Para empezar, su primera parte -Divine Divinity- nunca apareció en España, de modo que el desconocimiento de la gran mayoría de jugadores puede desembocar en un peligroso rechazo. Por otra parte, la propia distribuidora ha decidido boicotearse a sí misma al lanzar el juego durante la misma semana que Dragon Age: Origins, uno de los títulos de rol más esperados del momento. Como si el reino de Rivellon no tuviese ya suficientes quebraderos de cabeza...
¿Cómo? ¿No os habéis enterado todavía? Damian el Maldito -una de las piezas clave de la primera parte- aún vive, y ha recuperado prácticamente todo su potencial mágico. Ha esperado pacientemente a que Rivellon lo olvidase para cometer una desagradable invasión sorpresa. Obviamente, nuestra tarea será plantarle cara sin perder la vida en el intento. Para ello, nos pondremos en la piel de un caballero dragón capaz de convertirse en esta bestia mitológica a voluntad. Por suerte, contaremos con otra serie de habilidades ingeniosas y sorprendentes como la capacidad de hablar con los muertos o el poder de la telepatía.
Larian Studios ha logrado adaptar a la perfección la esencia única de Divine Divinity: por un lado, Ego Draconis es un juego de rol de acción con ramas de habilidades, multitud de objetos y armas aleatorios...; por otro lado, la desarrolladora belga nos ofrece amplios mundos repletos de misiones secundarias únicas y divertidas, personajes excéntricos, mazmorras opcionales... A grosso modo, el juego combina el estilo de combates adictivos de la franquicia Diablo con la exploración y ambientación de la saga Baldur´s Gate. Es uno de los pocos títulos de rol que realmente recompensa a los jugadores curiosos, ya que en cada rincón encontraremos sorpresas y secretos.
Por ejemplo, en la primera aldea del juego descubriremos que la guardia lleva mucho tiempo intentando encontrar la guarida de unos bandidos. La buena noticia es que han capturado a uno de sus miembros. La mala es que éste habla menos que un mimo en estado grave de depresión. El capitán nos pide que le rescatemos para ganarnos su confianza y así el villano nos revelará dónde se halla el cubil de maldad. La operación de rescate consiste en encontrar una antigua capilla, acceder a sus túneles, buscar la entrada secreta que lleva a la celda del forajido y después escoltarlo por una ruta alternativa. El cándido ladrón nos contará en agradecimiento la localización de la guarida, donde nos aguarda su jefe y nuevas misiones secundarias.
El combate es en tiempo real, aunque podremos pausar la acción siempre que queramos para planificar nuestra estrategia. En total contamos con cinco ramas de habilidades: sanador, guerrero, montaraz, mago y matadragones. El juego no nos obliga a seguir una "profesión" determinada, así que los poderes se pueden combinar a gusto de consumidor: ¿qué tal un guerrero experto en armas a dos manos capaz de hipnotizar a sus rivales para que se conviertan en aliados momentáneos? ¿Y por qué no un arquero sigiloso que cuenta con un hechizo que transforma a los enemigos en mariquitas -literalmente- para poder escapar de las emboscadas a tiempo? Eso sí: las elecciones deberán hacerse con suma cautela, ya que la dificultad de Ego Draconis es muy elevada.
El poder para leer mentes no sólo sirve para descubrir los trapos sucios de las habitantes de Rivellon -que también- sino para resolver misiones o desbloquear ciertas áreas. No obstante, cada intento nos costará una cierta cantidad de experiencia -mayor o menor según la trascendencia del pensamiento; un mecanismo de control efectivo que evitará que nos convirtamos en "El Mentalista" de la fantasía medieval. La lista de novedades no acaba aquí: convertirnos en dragón, tener nuestra propia torre de batalla, crear criaturas a partir de miembros putrefactos... Divinity II: Ego Draconis -disponible en PC y Xbox 360, ambas versiones en perfecto doblaje en español- es variado, entretenido y rezuma rol clásico por todos sus poros virtuales. Quién sabe... quizás con sus alas extendidas en todo su esplendor puede encararse y vencer al dragón rival...