¿Cuál es mejor consola? ¿Playstation 3, xbox 360 o Wii? ¿cuál lo fue en la generación pasada? ¿la ps2 porque arrasó sobre sus rivales? ¿fue tan mala entonces Gamecube?
A estas alturas no parece discutible que la tecnología y la mercadotecnia no siempre caminan en la misma dirección. Que contar con una buena base, un buen producto, es útil, pero que la forma de comercializarlo y su éxito en demasiadas ocasiones van por otro camino.
El clásico por excelencia lo tenemos en el tema del vídeo. Cómo VHS se impuso a Beta, con las características técnicas en la mano es inconcebible. La apertura del primero a varias marcas y otras decisiones fueron determinantes para que las cosas sucedieran de otra manera. Con el tiempo puede que a Sony le fuera útil la experiencia (aunque empezase ahí a padecer una obsesión con los soportes que casi le cuesta el puesto con Ps3, por su obsesión de meterle el blu ray).
En todo caso el tema de hoy va en otra línea. La de los soportes que eran muy superiores a aquellos con los que competían sin que esta perspectiva fuera así entendida, o al menos no de forma rotunda. Algo que curiosamente se ha mantenido prácticamente en cada generación, posiblemente porque los medios especializados y sus intereses equidistantes por la publicidad imponían no contribuir a la claridad.
Pero vayamos al “principio”. Pocas épocas de competición como las de los 8 bits con Msx, Amstrad, Spectrum y Commodore. Y pocas tan contradictorias. En países como el nuestro, por catálogo y presencia en los medios Amstrad parecía el rey de la fiesta, y Spectrum el veterano que sobrevivía por su catálogo a pesar de sus limitaciones. Msx y commodore eran dos presencias anecdóticas ninguneadas por la revista oficial del momento, una Micromanía que apenas les dedicaba espacio. Qué difícil era sospechar viendo el grado de implantación de unos y otros que el MSX era una máquina absolutamente superior a Amstrad y Spectrum, más juzgando sus pobres conversiones de los juegos de moda. Al menos hasta que uno probaba los cartuchos de Konami (cuyas conversiones a Amstrad a menudo eran, con justicia, bochornosas) y veía la diferencia abismal. Y otro tanto de Commodore, con un apartado sonoro que abriría el camino al Commodore Amiga, otra víctima injusta, en este caso por su propia arrogancia e incapacidad para vender a la máquina ganadora que tenían (hasta el punto que se popularizó la idea de que eran incapaces de vender agua en el desierto, motivo por el que tras el Amiga 500 no fueron capaces de desmontar al débil PC y devolverlo a las oficinas de las que nunca debió salir).
Pero, siguiendo con las 16 bits del añorado Amiga, Supernintendo y Megadrive tampoco competían en igualdad de condiciones, aunque lo parecía. Había una máxima, bastante comprensible, según la cual el soporte que llegaba un poco después contaba con mayores adelantos que con el largo tiempo que dura una generación (sí, largo tiempo salvo que hablemos de PCs) suponía una ventaja importante. Volviendo al Amiga, fue clave para deshacerse de un dignísimo Atari ST. Y quedándonos con Super Nintendo, las paletas de colores en movimiento en algunos casos arrojaban diferencias clamorosas, no suficientemente subrayadas en la época ¿qué revista iba a atreverse a decir la obviedad: "Super Nintendo es mejor que Megadrive"? (¡si todavía hoy a muchos les escocerá, como si lo importante no fuera el espléndido catálogo de juegos que ambas tuvieron!). Solo con tiempo de por medio pudo reconocerse.
Después, las cosas fueron más evidentes con Saturn, en un patinazo en el que sin esperarse la competencia de Playstation (pensaban sólo en la futura Nintendo, a la que le quedaba mucho camino), acabarían con su trayectoria en hardware puesto que la genial Dreamcast no fue capaz de recuperar el terreno perdido (y con tiempo y una deuda más razonable, lo habría podido hacer, la máquina lo valía y sus seguidores no eran pocos). Y a partir de ahí Nintendo se obcecó en ir a la suya, algo que para sorpresa de los que creían en que estaba condenada a Pokemones y demás figurillas grotescas dio un giro brusco con Wii y su ‘causalización’.
Ahora bien, asumida la naturaleza particular de Wii, muchos se preguntan una vez más ¿Xbox 360 o Playstation 3? Desde aquí, uno piensa que la ganadora indiscutible es ya Playstation 3 por el mero hecho de que Xbox 360, con todo de cara, no la haya barrido. En Sony parecieron hacerlo todo mal, en Microsoft tenían una consola ganadora (obviando los círculos de la muerte), pero el continuismo de consumidores fans y ordenados (tras la Play uno la dos, tras la dos…) y por no haber sido más agresivos han perdido una ocasión histórica para revertir la tendencia y el poder de la marca, y ganarse así fieles para en adelante ser marca de referencia (aunque fuera a costa de la rentabilidad de esta generación).
Ah sí, queda otra división, nuevamente ejemplificador de lo que decimos: las portátiles. Nintendo siempre ha apostado por la tecnología menor y los juegos adecuados. Ni Lynx, ni Game Gear ni PSP entendieron nunca los motivos de su derrota. En la alimentación de todas ellas, particularmente las dos primeras, había alguna que otra pista. Lo de PSP Go en estos momentos es más inquietante. Su elevado precio, prescindir de los UMDs sin reducir el precio de los juegos (y sin permitir copia de los anteriores, cosa que recuerda la inutilización de catálogo que sufrieron por error los Amiga 1200/600) la condena a un lugar muy secundario. Y cuando sólo hay dos consolas que compitan... eso es malo.