THE ELDER SCROLL III: MORROWIND
Para muchos, una obra maestra sin discusiones. Es una afirmación que considero un tanta arriesgada, pero sin duda no me equivoco al decir que Morrowind es un juego que no debe faltar en la estantería de ningún aficionado al género.
Lo que hay que destacar de Morrowind son sus proporciones faraónicas: todo es enorme en este juego: el tamaño del mundo, que comprende muchas decenas de kilómetros virtuales; la cantidad de ciudades, mazmorras y localizaciones especiales; el número de personajes secundarios, que se cuentan por cientos; etc, etc... Destacan las numerosas cofradías que hay disponibles. Son organizaciones de todo tipo: de guerreros, de magos, de ladrones o incluso de vampiros, por cuyos escalafones podemos ascender trabajando para ellos.
Si todo esto sorprende, más lo hace el planteamiento del juego, que ofrece una libertad virtualmente infinita. Desde el principio, podemos hacer lo que nos venga en gana: aliarnos con alguna de las cofradías, dedicarnos a la exploración, etc... Aunque existe una trama principal, uno puede ignorarla por completo. Para que sirva de referencia: habiendo acumulado unas trescientas horas de juego, calculo que sólo habré resuelto un 20% de las búsquedas disponibles. Hay que tener en cuenta, además, la asombrosa cantidad de información que hay disponible. No sólo en forma de líneas de diálogo, sino también como libros virtuales. Causa verdadero asombro entrar por primera vez en una de las bibliotecas virtuales de Morrowind, y comprobar que todos los libros que hay expuestos en las estanterías pueden ser consultados. Todos ellos conforman una mitología muy compleja, que merece ser estudiada con calma.
En la virtud de Morrowind, su descomunales proporciones, también reside su principal defecto: todo es tan grande, que es fácil caer en la monotonía. Por ejemplo, la gran mayoría de personajes secundarios son demasiado similares entre sí, y los paisajes se antojan demasiado repetitivos.
En Morrowind se puede crear el personaje de tres maneras. La más sencilla, implica escoger raza y una de las profesionales predeterminadas. Otra opción, consiste en ajustar todas las habilidades manualmente, de acuerdo a nuestras preferencias. La tercera se basa en un cuestionario, que nos propone un personaje secundario. Por ejemplo: “Un hombre acaba de perder su bolsa de oro y no se ha dado cuenta. ¿Qué haces?” En base a las respuestas que ofrezcamos, se nos ofrecerá el tipo de personaje que más se ajuste a nuestro carácter.
Otro detalle original es el método empleado para mejorar las habilidades. Normalmente, al subir de nivel, se puede emplear los puntos de desarrollo obtenidos de cualquier manera. Eso es, lógicamente, poco realista: si he acumulado un montón de experiencia aniquilando monstruos a golpe de espada, ¿porqué tendría que mejorar habilidades que nada tienen que ver, como mi capacidad de forzar cerraduras? En Morrowind, cada característica (como la fuerza) y cada habilidad (como el manejo de las armas), mejoran por separado, a medida que se van ejercitando.
Hablemos de los gráficos y efectos de sonido: son en 3D, y hacen uso de la primera persona. Gozan de un virtuosismo técnico más que envidiable. Por ejemplo, el efecto de agua es impresionante. Uno de los más afamados compositores de música para videojuegos, Jeremy Soul, se hizo cargo de la banda sonora, firmando un trabajo magnífico.
¿Cuál es el principal defecto de Morowind? Pues que no se ha traducido al castellano. Y eso supone un problema en un juego que exige un nivel de inglés bastante alto.
RESUMIENDO
Muchos lectores no me perdonarán que haya ignorado títulos tan dispares como Deux Ex, System Shock, Might & Magic, et, etc... Como avisé al principio de este texto, mi lista iba a ser bastante parcial. Ahora bien, creo que no me equivoco al decir que cualquier de los juegos que he mencionado son auténticas joyas: posiblemente no están todos los que son, pero sí son todos los que están (una frase hecha bastante ridícula, pero que resulta bastante adecuada)