Los menús son tan variados que muchas veces sin experiencia no recordaremos para que sirven las opciones.
Volviendo a la facción, deberá controlar poco a poco las máximas provincias posibles con lo que ganaremos votos en las reuniones anuales del senado.
En estas reuniones se votan los temas más dispares como declaraciones de guerra, acusaciones de corrupción a alguna facción rival, o repartos de pan entre la población para mitigar la hambruna.
Y por si fuera poco, podemos hacer uso de numerosas estratagemas como crearle un escándalo sexual a un senador rival, casarnos con la hija de otro por puro interés, o repartir pan entre la población para ganar adeptos. Algo especialmente frecuente en periodos electorales, donde podremos comprar votos o recurrir nuestra propia corrupción personal.
Los modos de avanzar en las provincias consisten en crear infraestructuras (canales, puertos o carreteras), construir y explotar industrias ganaderas o mineras, y hasta controlaremos el nivel de romanización y satisfacción de la población.
Para ello, podremos subir o bajar impuestos con el fin de evitar revueltas en nuestros territorios o, por ejemplo, crear rutas comerciales terrestres o navales para aumentar nuestros ingresos. Siempre teniendo en cuenta muchos factores externos como ataques a nuestras explotaciones, revueltas populares o incluso la destrucción de nuestras rutas comerciales por piratas navales.
Las funciones de nuestro personaje son tantas que resultan inabarcables por lo que es interesante y muy recomendable delegar algunas funciones de tipo técnico o gubernamental a la inteligencia artificial de los mismos.
Con todo esto queda claro que las opciones de juego son realmente muy amplias y una partida puede durar varios días, dependiendo siempre del nivel de dificultad. Otro factor que alarga enormemente estas partidas son las constantes interrupciones que sufrimos cuando se nos avisa de algún hecho histórico relevante (todos ellos reales) o cuando se destruye alguna ruta comercial entre dos provincias o regiones de nombres impronunciables y de imposible localización entre las 400 que nos ofrece el juego.
Como ha quedado indicado, el nivel de conocimiento sobre la época romana para aprovechar en todo su potencial este título debería ser elevado, ya que para tener una completa visión de los acontecimientos de esas 400 regiones deberíamos ser catedráticos en historia de Roma.
Es de justicia decir que el rigor histórico y la documentación realizada es sin duda de lo mejorcito de Pax Romana, algo que contrarrestan los escasos alardes técnicos en el aspecto gráfico -muy modestito- o en el aspecto sonoro -bastante desapercibido-. Eso sí, hace falta una buena dosis de paciencia para aprender bien el manejo mediante el manual y los tutoriales.