Juego de prestigio, saga eterna de vueltas y vueltas a la caza del hombre vampiro. Ahora, aprovechando el salto definitivo a las 3D, se retoma la idea desde las bases, volviendo al inicio mismo de la leyenda.
El juego
Si en Nintendo 64 se intentó por dos veces un salto a las 3D en un momento en que todavía éste tipo de juegos no estaba preparado para lograrlo, la versión de PSX llegó al nivel más alto en Symphony Of The Night reteniendo la puesta en escena en dos dimensiones. Es tal la consideración de éste último, que dentro de los Castlevania se ha dicho durante mucho tiempo que habiendo tocado techo, poco podrían hacer nuevas continuaciones.
Y con todas las cosas positivas que se pueden decir de éste nuevo capítulo que comentamos, la mejor de ellas es que, programado por el mismo equipo, este ha logrado que el resultado no desmerezca respecto de aquel. Aunque también sea justo decirlo: en términos generales, avances temporales aparte, tampoco logra superarlo.
La idea algo temeraria para su gran número de seguidores de abordar el episodio a modo de precuela -volviendo al principio de todo, al inicio mismo de los enfrentamientos Belmont vs Drácula- es una demostración de la importancia que se le da a éste cambio de aspecto. Algo similar a lo que ha sucedido con Prince Of Persia, con cuyo lanzamiento el pasado año también se quiso destacar la entrega dentro de su serie. Además, sacada ésta analogía, cabe apuntar otro elemento en común metiéndonos ya en el tema de la jugabilidad: nuestro protagonista está más ágil y versátil que nunca, recordando con sus movimientos de trapecista al archiconocido príncipe -más moderado obviamente- y haciendo del doble salto un uso que viene de serie al contrario que en ocasiones anteriores en que era una habilidad a ganar, y con el que nos moveremos con mucha comodidad en lo vertical.
Con la ayuda de la opción de 60 hzs -afortunadamente ya se está generalizando- la soltura de movimientos, tanto en lo que atañe a la capacidad de saltos mencionada, como a la de luchas en que la toma de contacto con el simbólico látigo acontece por primera vez en la historia, los enfrentamientos contra varios rivales a un tiempo se desarrollan con una naturalidad admirable y progresiva a medida que va añadiendo nuevas técnicas de uso del arma.
Los enemigos, aparecen con muchos conocidos secundarios a los que se les ha añadido el modelado gráfico en consonancia con las góticas estancias con iluminaciones de exhibición, y en su estudiada disposición evitan todo tipo de monotonía a la hora de aniquilarlos para superar la pantalla (algo que hemos de hacer obligatoriamente una vez, superada ésta la ocasión siguiente podremos esquivarlos para cruzarla). Además, algunos de gran tamaño y espectacularidad harán aún más emocionante lo que son luchas accesorias, independientes a la del enemigo final al que habrá que llegar bien armado y en buen estado de salud (con las tradicionales ayudas de items recolectados), para descubrir sus puntos flacos y superarlo dirigiéndonos entonces a un nuevo nivel. Aunque eso sí, accesibles todos desde el principio salvo el último, con independencia de que seguir el orden lógico sea lo más recomendable.
Pero hay que resaltar que en estos enfrentamientos contra "secundarios" es quizá donde mejor se ha revisado la mecánica de Castlevania. Lo rápido, entretenido y efectista de estas luchas -gracias a su animación, detalle gráfico, y juegos de explosiones- hacen del recorrido por las estancias una lucha en que el pulso siempre se mantiene.