Nacida en 1987 como último canto a la esperanza para sobrevivir en un mercado que no daba un duro por Square Soft, Final Fantasy es sin lugar a dudas una de las series de juegos y marcas más reconocidas en el sector, con toneladas de fans que consumen sus productos, esperan con ansia sus nuevas entregas y devoran sin complejo alguno spin offs y derivados siempre que las dos efes luzcan en la portada del juego.
Theatrhythm Final Fantasy no sorprende por tanto al buscar explotar la nostalgia y el afán coleccionista del fan irredento, de aquel que disfruta con el objeto, más allá de las posibles bondades del mismo. La baja calidad de muchos lanzamientos editados al calor de la serie principal (sobre todo los relacionados con la sobre explotación de su entrega más mundial y conocida, FF VII) indican que este es un juego más de esa larga lista de subproductos, que tan bien lucen con nombres rimbombantes, salvo que el elemento que potencia y justifica todo el ejercicio en este caso no son los personajes y sus historias, sino que se trata de la música, explotada siempre en merchandising, pero nunca en un juego de estas características.
En clave de Final Fantasy
El sonido es un potente evocador de recuerdos. Los scores de Final Fantasy, sobre todos los realizados por Nobuo Uematsu, son un poderoso referente de cada entrega y algunos de sus temas no solo son bien conocidos, sino que son reconocibles a los pocos segundos de empezar a ser interpretados, prueba de lo instalados que se encuentran en la memoria del fandom. Esta vez, Square Enix no solo juega con la nostalgia del usuario, sino que le deja participar de ella. Y por ello, Theatrhythm Final Fantasy no solo se salva de la quema sino que se descubre con un juego con un poderoso nivel nostálgico de adicción y potencial de entretenimiento una vez se ha entrado de lleno en la propuesta.
La parte más importante del programa junto a su exquisita y precisa jugabilidad (ya podrían aprender otros a hacer juegos musicales en portátiles) viene conferida por el score. Las composiciones de Nobuo Uematsu, Masashi Hamauzu, Hitosi Sakimoto, Kumi Taniona y Naoshi Misuta suenan de maravilla (sobre todo las procedentes de los juegos de 8 y 16 bits) La selección del reparto deja fuera a buenos scores, oculta otros en modo extra y obliga a comprar el resto, pero las músicas que quedan son efectivas, definitorias de cada juego y bien recordadas por los fans de la serie.
Los modos de juego de los que dispone la obra son tres con sus peculiaridades. En el 'modo serie' se juegan tres temas de cada uno de los Final Fantasy del I al XIII (intros y finales incluidos) en tres tipos de fase: 'evento musical', en el que las notas suenan al compás de una animación que recoge algunos de los momentos más memorables del título que se juega, 'fases de campo', donde el ritmo debe seguirse a medida que el personaje avanza por escenarios ambientados en los títulos, y por último 'fases de batalla', donde se recrea un combate por turnos y en el que el éxito viene dado al no fallar ninguna nota y por los golpes propinados a los enemigos.
Este modo va ampliándose en dificultad si se juegan sus canciones en el 'modo desafío', en el que pueden desbloquearse dos niveles extras de dificultad, experto y ultimate, donde los reflejos y paciencia son puestos a prueba de manera espectacular.
Si se desbloquean todos ellos, se obtienen luego en el correspondiente modo serie principal, así hasta lograr el 100 % tanto en el modo serie como desafío. En total son 45 canciones que vienen 'de serie en el juego' 15 de ellas desbloqueables a medida que se superan retos y se acumulan puntos (rhythmia) Las 32 restantes, hasta completar el repertorio de 77 canciones, deben adquirirse online como DLC al precio de 1 € cada tema. Sin duda, la parte más espinosa de todo el invento.
En tercer modo de juego, 'Chaos Shrine', genera parejas de temas que van ampliando dificultad a medida que se coleccionan. Cada 'Dark Note' (parejas de temas) superada genera un nuevo reto que permite sumarse a una colección de hasta 99 combinaciones. Muchos temas que puede que no se hayan desbloqueado suenan antes en este apartado, por lo que es un buen punto para descubrir qué falta por encontrar.
Experiencia pseudo rolera
Para que la experiencia de juego, que en el fondo no innova en la materia (con el stylus se pulsan las notas que aparecen en pantalla en el momento justo y tal y como la combinación indica) los desarrolladores han incluido detalles roleros que hacen de este ¡Theatrhythm algo bastante FF: al acabar cada tema se obtienen también puntos de experiencia y objetos (mejoras, invocaciones, cartas coleccionables) así que jugar con varios equipos de personajes se termina haciendo necesario si se quiere progresar una vez tienes al primer equipo en nivel 99. Existen 13 personajes iniciales procedentes de los juegos originales, pero este cartel también se amplia hasta 7 más. Todos ellos se obtienen jugando muchas horas y recopilando 'puntos de rhythmia' de manera obsesiva.
Es una lástima que la política de DLC que ha tomado Square Enix con este juego arruine la grata experiencia que ofrece. ¿Acaso el precio de 1€ por cada tema extra va destinado a paliar las hipotéticas descargas ilegales que harán los fans de la serie? ¿Un usuario que se descarga un juego pagará por su contenido extra o buscará la manera de acceder a él también de manera gratuita? Es muy desconcertante que un juego que llega a las tiendas con un sobreprecio de más de 40 euros (y sin localización en castellano) obligue luego desembolsar 32 euros extra si se desea disfrutar de la experiencia completa.
Y pese a esto, lo peor de Theatrhythm Final Fantasy es que se acaba. Porque si bien otras propuestas anteriores de ejercicios para fans podíamos encontrarlos repletos de toneladas de 'seriedad gratuita', la patochada adorable y monumental que es Theatrhythm Final Fantasy hace que caigan prejuicios y se corte la mala baba. Porque este juego engancha, entretiene y, a ratos, gracias al poder de los buenos momentos, recuerda que Final Fantasy es algo más que una simple serie de juegos y que significan mucho para varias generaciones de personas.
DESTACADO 1
Hacer un juego musical en una portátil es todo un reto: el desarrollador queda limitado por la propia máquina y solo la inventiva (sin posibilidad de accesorios extra, si obviamos el desatroso periférico para GH de DS) hace que la propuesta salga adelante. En Theatrhythm Final Fantasy no se han comido mucho la cabeza: tres tipos de notas y varias combinaciones con ellas, solo ejecutables desde la pantalla táctil y con el uso del stylus. Nada de molestas combinaciones con botones y cruceta, solo reflejos. En los niveles de dificultad avanzados hacen mucha falta. Y por eso la propuesta engancha.
DESTACADO 2
La música es un potente evocador de recuerdos. Mientras que no se puedan emular olores es a lo que recurrirán las compañías de juegos para llamar nuestra atención. (Imaginemos un programa que emula 'esos olores a cartuchos viejos NTSC, el delirio) Square Enix explota en este juego algunos de los mejores temas de su serie Final Fantasy, le da brillo a los más antiguos y ofrece algunos de los más nuevos a usuarios que no disponen de consolas de nueva generación. El repertorio, estando bien equilibrado, guarda algunas buenas sorpresas y carece de algunos importantes temas. Pero ya sabemos que nunca llueve a gusto de todos.
DESTACADO 3
Si el hipotético futuro pasa por el contenido descargable, no parece que las compañías crean mucho todavía en este modelo. Basta pasearse por plataformas comos STEAM para temblar de dolor ante algunos precios del contenido digital que ahí se ofrece. Square Enix ofrece casi un cuarto de este juego en DLCs, pero al salvaje precio de 1 euro por tema: 32 en total en el momento de redactar estas líneas. ¿Una medida para paliar las descargas ilegales del juego o una forma de sangrar, aún más, un modelo de negocio donde siempre ganan más los intermediarios que los desarrolladores?