Llevamos tiempo hablando de la profunda transformación a la que el sector del videojuego, como muchos otros en estos tiempos (el cine, la música...) se enfrenta, con candidatos que a través de nuevas vías como las quickstarter, encuentran financiación para materializar ideas de aspecto revolucionario. Sí, tenemos cosas como Ouya o GameStick, que pretenden demostrar que el videojuego va a liberarse del soporte tal y como lo conocíamos, y que puede venir de las más variadas formas.
¿Qué pueden hacer las compañías consolidadas en un ambiente revolucionario? Rezar, dirán algunos. Tratar de adaptarse, quienes crean que hay margen. Así, mientras Sony y Microsoft están a punto de proseguir su huida hacia delante con dos máquinas de las que todavía poco se sabe, la compañía que ya ha dado el primer paso con Wii U (hablando de huidas hacia delante...), acomete su mayor reorganización para tratar de adaptarse a lo que viene.
El movimiento, que ha acaparado todo el interés de medios de diverso tipo (fundamentalmente del sector del videojuego pero también económicos) subraya las implicaciones que tiene que la compañía presidida por Iwata haya fusionado las divisiones de videojuego portátil y "doméstico". La reflexión parece ir en la línea de que Nintendo 3DS y Wii U podrían ser las últimas consolas de Nintendo en funcionar de manera independiente. La idea en definitiva es que un terminal haga las veces de consola portátil, pero que al llegar a casa pueda conectarse al televisor, algo que hemos visto en varios proyectos recientes y que parece acabará siendo clave para que el soporte no sea un límite para el catálogo. A partir de ahí Nintendo tratará de reinar con sus Mario, Zelda y compañía.
Esta vía de integración como decimos no es nueva y de hecho hay incluso proyectos para hacer algo muy similar, a largo plazo, valiéndose del teléfono móvil. Si Nintendo puede hacerlo sin contar con prestaciones móviles y tirando del peso histórico de la marca es algo que veremos de aquí a un tiempo.