Difícil saber cuánto significaba Neo Geo a principios de los 90 sin haberlo vivido, una consola demasiados puntos por encima del resto como para siquiera considerarla una opción posible: si la máquina era capaz de lucir en recreativas de la misma forma que en el salón de casa, también es cierto que lo hacía a un coste excepcionalmente alto (600 euros de la época, alrededor de 150 cada juego).
Solo bajo esa comprensión de lo que una vez significó, podía entenderse el lanzamiento de Neo Geo X, la versión portátil empaquetada como muestra la imagen sobre estas líneas. Una suerte de sueño nostálgico de envasar lo que una vez fue en un producto vanguardista con el que rendir culto a su catálogo.
No obstante, en tiempos de Nintendo 3DS, Playstation Vita, y videojuegos en todos los terminales móviles posibles, la apuesta era excesivamente arriesgada, más si se tiene en cuenta su reducido público objetivo, que este probablemente lo vería con curiosidad y poco más. Por ello, finalmente se ha interrumpido su producción en Japón y la consola deja de ser distribuida.
Una pieza para coleccionistas, siempre por debajo en valor a la original, que fue la auténticamente mítica.