Pero hay que destacar que todo lo técnico es un importante apoyo, pero se concreta en el apartado siempre básico que aquí es el que deja a la competencia actual lejos de su primer puesto: la jugabilidad. El manejo de corte arcade que en su accesibilidad para el jugador medio, le hace disfrutar en su novata incompetencia hasta hacerle perfeccionar a base de nuevos intentos, es de las que se encuentran en contadas ocasiones. Y junto a lo antes dicho sobre el repertorio de opciones y cómo las más complejas se reservan a la superación de pruebas, dan una curva de aprendizaje que aparte de natural, es prolongada y lleva a exprimir todas sus opciones. Además una de ellas es especialmente recomendable.
El juego on-line
Aunque también exista la opción LAN, a través del servicio Gamespy y gratuitamente –vale, teniendo el Colin Macrae y una conexión con un ancho de banda decente- la facilidad con que puede competirse por internet permite adentrarse desde muy pronto en una opción que da el aliciente definitivo. Así sera inevitable querer pulir al máximo nuestra conducción y sacar los tiempos más destacados, porque poder enfrentarse a usuarios de éste u otros países en carreras de todo tipo, y comprobar sus distintos niveles –siempre hay alguien peor... pero casi siempre alguien mejor- lleva a un empeño particular por batir a los rivales y llevar a nuestro nombre y coche a lo más alto de las tablas clasificatorias.
Y si bien al principio se hará por mera curiosidad, para ver qué se siente compitiendo con gente desconocida –viendo las sombras de sus coches, aunque en ocasiones por la conexión hagan sus extraños– cuando la constancia nos convierta en usuario avezado, el reto será medirse con los mejores para lograr que el mérito obtenido en la victoria sea a su manera más real. Entonces ya no será cosa de imponerse sólo sobre la inteligencia artificial más o menos acabada de un juego, sino que también habrá sido posible lograrlo con otros de sus adeptos. Aunque no resultará del todo sencillo.