Más de 4 mil millones de dólares para comprar LucasFilms, pero ni un euro más para desarrollos propios en LucasArts. Así de gráfica es la situación con la que se despide a uno de los nombres más queridos del videojuego, responsable de joyas como Maniac Mansion o Monkey Island.
LucasArts, implicada en esta última época en Star Wars 1313, había recibido ya un jarro de agua fría con la congelación de este proyecto. Pese a todo, y por la importancia del sector del videojuego, se entendía que antes o después este u otros desarrollos volverían a la agenda de la corporación de Mickey Mouse.
Pero no. "Después de evaluar nuestra posición en el mercado de videojuegos, hemos decidido cambiar el modelo de LucasArts de uno de desarrollo interno a otro de licencias, minimizando el riesgo a la vez que consiguiendo un mayor catálogo de juegos de Star Wars". Es decir: lo que importa es facturar y sacar todo el jugo a Star Wars, el resto de nombres, algo indiferente.
Quizá con el tiempo y un cambio de asesores en Disney den otro bandazo y entonces entiendan -cómo ha sucedido en el pasado- que licenciando se pierden posibilidades de explotación y la verdadera rentabilidad está en los desarrollos propios. Quizá entonces cuenten con alguien que sepa subrayar el catálogo de marcas con el que cuentan más allá de las obviedades de Star Wars. Entre tanto, adiós a un estudio mítico.