De precoz campeón en las artes marciales, a estrella del cine. Le faltaba sólo protagonizar un videojuego... y ya está, trámite cumplido. “Cuestión de Honor” es la última conquista del invencible Jet Li, después de haberse ganado fama como embajador del Kung-Fu tanto por sus méritos deportivos como por las películas protagonizadas.
Para ahondar en la presentación y demostrar como de alguna forma ya conocemos a quien es bastante más que un sucedáneo Jackie Chan (otro tipo que repartiendo galletas ha llegado de oriente a tierra americana), Jet Li se convirtió en poco menos que un mito en su país por ganar cuando aún era un niño los Chinese National Martial Arts Contest, para luego hacer la que es considerada primera cinta de Kung-Fu Moderno con Shaolin Temple. Con todo el éxito de su país, llegó a EEUU con la cuarta parte de Arma Letal (en que le daba soberanas palizas a Mel Gibson, aunque su condición de villano le condenaba a la derrota), y tras cintas como Romeo debe Morir, o Nacer para Morir (los nombres lo dicen todo) recientemente ha protagonizado Hero, que sigue la estela dejada por Tigre y Dragón.
Con estas referencias, es posible formarse ya una ligera idea de lo que nos espera. Golpes, muchos golpes. Pero fiel a ese estilo, dados con rapidez, en medio de saltos, obstáculos, tiroteos y visto por ojos de productor de cine. Así, se recupera un concepto que no pasa sus mejores momentos por más que durante muchos años no tuviera rival en los recreativos. El del beat-em’up, nombre que equivale a decir Double Dragon, Final Fight, Renegade y tantos otros. La filosofía es la misma, falta ver cómo se ha recogido ahora.
Luces, cámaras y... golpes
Un hombre contra el mundo. Cientos y cientos de tipos incompetentes en la lucha, que de vez en cuando dejan paso a algún sujeto corpulento de mayores habilidades y resistencia y que anima un poco el espectáculo. De lo dicho antes, se recogen dos aspectos. El de cine, basado en escenas automáticas en cinemascope que hacen o de cortos preámbulos, o de adornos y florituras para la lucha (vistoso y poco más); y el del videojuego, que supone heredar un sistema que desde el abandono de las 2D ha contado con pocas apariciones. Para darle frescura, se ha incorporado un novedoso y sorprendente uso de controles. El stick izquierdo se utiliza así para los movimientos del personaje –hasta aquí todo normal-, pero el derecho se utiliza para el golpeo a los enemigos, con la idea de que se lanzarán ataques en la dirección indicada.
Esto, se hace asequible con facilidad, y si bien en combates uno contra a uno no resulta especialmente coherente porque ahí se evidencia la anarquía de elección de golpe (sólo elegimos la dirección, ahí las patadas y puñetazos salen a su libre albedrío, y a menudo sólo dan con el aire), en las peleas en grupo cobra todo su sentido. Estar en mitad de un conjunto de enemigos tumultuoso, es factible eligiendo a quién hemos de pegar primero para seguir adelante. De esta forma, la idea de acción de juego queda clara, y estar ante una película del susodicho o del amigo Chan es lo primero que nos viene a la cabeza.