Una nueva consola necesita juegos nuevos y a la altura. Algo que a su vez precisa fuertes inversiones difícilmente recuperables cuando el parque de consolas es pequeño por haber iniciado su avance.
La cuestión es un clásico en cada nueva generación, pero en contexto de crisis sus contradicciones son más evidentes: los avances técnicos que las máquinas permiten imponen mayores gastos y el grueso de los usuarios sigue en la generación precedente, los balances anuales no entienden de excusas.
Esa situación de incertidumbre es la que tiene a Bobby Kottick, el conocido CEO de Activision, inquieto por la situación. "Sigue habiendo incertidumbre en muchos factores como el precio, las fechas de lanzamiento, las cantidades, el nivel de apoyo de los títulos propios y, más importante aún, el grado de interés de los usuarios en un sector en que las videoconsolas ya no están solas sino que compiten con tablets y teléfonos", explica Kottick, que tiene muy presente la decepcionante experiencia reciente con Wii U, y su "muy lento" avance.
Todo hace indicar que, mientras se especula con que la nueva Xbox (que se presentará en apenas una semana) y Playstation 4 llegarán a las tiendas en navidad -pero sin poder afrontar un lanzamiento mundial-, en Activision van a avanzar con pies de plomo y no harán grandes despliegues hasta asegurar que caminan sobre tierra firme.