El terco desprecio a la hora de convertir el software a los soportes europeos PAL, lleva tiempo escociendo a unos usuarios cansados de ser marginados y de que el alto precio que pagan por los juegos, no venga acompañado de la calidad que el producto tenía en su origen.
DMC es un oprobio a los poseedores de la PS2, que ven como uno de los mejores juegos, se les presenta con soberano desdén en su llegada a Europa.
Tras varios meses desde que su lanzamiento revolucionó en un país donde se recibe como agua de mayo toda novedad, esperábamos que el largo tiempo que mediaba con su conversión a PAL, redundaría en la corrección de esta última. Era lógico pensar algo así, teniendo en cuenta que hablamos del videojuego que está llamado a ser el número uno antes de la llegada de Metal Gear, y por eso la adaptación debería contar con las circunstancias exigibles a los grandes nombres.
Pero debe ser que estos meses simplemente se han empleado en aburrirnos en la expectación, añadir subtítulos en los respectivos idiomas, y marear la perdiz con el tema de una posible conversión a 60 hzs que finalmente no se ha hecho (otra vez). Y es que aún con el importante baluarte de devenir rey temporal de la máquina -con el permiso de Gran Turismo- y con lo que habría podido suponer el lanzamiento en época de campaña navideña, son tan destacables los agravios con respecto al original, que hasta el grupo de programación de Capcom se sentiría ofendido si viesen en qué ha degenerado su grandísima producción.
El juego
DMC nace con la vocación de reincorporar la mecánica "arcade" a los enfrentamientos contra el mundo esotérico. Habiendo brindado este tantas glorias a Capcom con su saga de Resident Evil -en un entorno totalmente distinto- y ante la presunción de que el público podría estar cansándose del arquetípico survival horror, se trata ahora de evitar recaer en una mecánica de aventura gráfica poco "activa" y dar paso a un arcade cuya base tiene un corte más clásico. Aunque eso sí, luego se complica con miles de risquísimos matices.
Creado un nuevo universo en un espectacular entorno gótico, nos enfrentaremos a diversas especies de ultratumba ávidas de lidiarse con nosotros, de batirse en rapidísimos duelos al más puro estilo "beat-em'up" -con la alegría que puede suponer recuperar la adicción propia de estos juegos- a la vez que los ojos se nos obnubilan ante el fastuoso espectáculo 3D que no mengua la adicción del juego: las cámaras se ajustan a la acción en perfecta sincronía, para que nos centremos en llevar a nuestro diablo "Dante" al buen fin de su misión, mientras devolvemos a su sitio a un auténtico ejercito de muertos vivientes.
Pero más que ahondar en detalles, muy pronto vienen ciertas dolorosas preguntas... ¿por qué la acción tiene una lentitud de más de un 10% respecto a su versión original? ¿por qué tenemos que contemplar tanta innovación por entre dos amplias franjas negras fruto de, no ya un desprecio, sino un insulto a quienes pagamos los juegos más caros del mercado?.
Es muy probable que este sea uno de esos títulos indispensables para los afortunados poseedores de su plataforma. Es cierto que el entretenimiento está garantizado, que lo que tenemos delante es muy prometedor y que puede ser el inicio de una gran saga (ya se ha confirmado que habrá una segunda parte en el próximo año), pero pensándolo un poco... ¿vale la pena que esta gente siga haciendo negocio en Europa cuando nos tratan de esta manera?
La respuesta, siempre vuestra.