Los espadachines desde entonces se comportarán con una agilidad endiablada, haciendo uso incluso de dos espadas simultáneamente, y ahí empezará el verdadero aprendizaje de la lucha en que incluso buscaremos los lugares oportunos para enfrentarnos a varios de ellos sin dejar descubierta nuestra espalda. Así, no es extraño que en determinados momentos debamos situarnos en pantalla de tal forma que una esquina o parte del mobiliario nos dejen guarecer la retaguardia, para tener a todos los enemigos delante nuestro y preocuparnos sólo de cubrirnos y atacar cuando sea oportuno.
Pese a que este elemento de juego es el que reviste mayor importancia, pequeños puzzles irán condicionando la superación de obstáculos, de la misma forma que lo hacen llaves y objetos que encontraremos bien venciendo a los guerreros del otro bando, bien en lugares del decorado –por ejemplo dentro de algún mueble- que deberemos desarmar a golpes.
Sobre estos golpes, podremos darlos con 3 tipos de armas, espada, hacha y maza, además de un arco de flechas que nos servirá tanto para deshacernos de enemigos a distancia, como para alcanzar ciertos lugares con el fin de superar algún escollo (aunque su número es muy limitado, y la recolección lenta). Además, este armamento se va mejorando cuando nos encontramos con mejores ejemplares, de forma que restaremos más energía en la contienda y así se nos hará ganar en eficacia.
Y con toda esta recreación medieval de lucha y magia, no podía faltar la existencia de poderes divinos que nos iremos ganando y que serán de enorme utilidad una vez el nivel de dificultad llega a cotas verdaderamente serias.
Para concluir, profundizar en los aspectos técnicos y en la incidencia que estos tienen en la jugabilidad. Si hemos dicho que la banda sonora da con sus tonos esa épica que deja regusto a juego importante, hay que reseñar que su adaptación a las fases y concretos momentos de la partida (por ejemplo, el misticismo que alcanza cuando el protagonista está bajo de energías) eleva por sí solo en varios puntos el atractivo de la contienda templaria.
Pero los acabados gráficos y moldeado de los distintos enemigos, con especial importancia de sus animaciones en un planteamiento tan cargado de luchas, no desmerecen respecto a lo sonoro, y con sus cámaras vivas e inquietas, que apenas llegan a hacerse molestas en puntuales situaciones de lucha (o para aquellos que tienen problemas de orientación y que entre giros perderán el norte) darán el toque definitivo de película que requiere esta cruzada de los templarios. Sólo los efectos del agua carecen del acabado global, si bien eso no altera el resultado general de ‘Los caballeros del templo’. Sólo los borbotones de sangre vertidos a espadazos ya lo compensan.