Para empezar, el título tiene la dichosa manía de explicar los controles de una acción cada vez que jugador se disponga a realizarla. Es normal que los juegos mimen a su clientela, pero coger al usuario en brazos y cantarle una nana es ser un pelín extremista.
Paxton se pasará la mayor parte de su "estancia" oculto de los celadores, mas en muchas ocasiones no será necesario tomar tantas precauciones porque la IA de los guardias es tan paupérrima que éstos tardarán en enterarse que aquel objeto con forma de figura humana que tienen ante las narices podría tener alguna relación con los presos que deberían estar vigilando. No obstante, la arbitrariedad realizará un oportuno cameo en forma de secciones atestadas de francotiradores tan profesionales que, si pudiesen, dispararían al protagonista antes de que éste aceptara la misión correspondiente.
El combate es mucho más simple, con tan sólo dos botones para atacar y otro para bloquear. El protagonista puede fortalecerse en el patio de la prisión, utilizando el banco y asociados, pero este elemento rolero queda un poco fuera de lugar, máxime si se tiene en cuenta que los duelos son en realidad pruebas de paciencia en las que el jugador debe limitarse a esperar a que el oponente se debilite o se rinda.
A modo de extra, el jugador puede ganar dinero en peleas ilegales o encontrar tatuajes ocultos en las múltiples zonas de la prisión. Asimismo, desbloquear personajes de la serie para las -anodinas- luchas multijugador podría ser un interesante incentivo si los gráficos no fuesen tan decepcionantes. Las caras son cuadradas, los prisioneros se mueven cual robots y todo el mundo camina como si tuviese problemas de estreñimiento. El reparto original de Prison Break regresa para dar voz a sus representaciones virtuales, pero se nota bastante que a algunos les motiva más la obligación contractual que la pasión por el proyecto.
Prison Break: The Conspiracy había hilvanado tres planes de fuga y ninguno ha funcionado. Como juego de sigilo no tiene nada que hacer contra los coetáneos del género. Su historia reiterativa alienará a los fans de la serie, y el resto de usuarios, desprovistos de un interés inicial, se les hará difícil soportar sus problemas de jugabilidad. Ya sea por la situación convulsa que el título sufrió durante el desarrollo o por la falta de visión de Zootfly, el jugador sólo podrá extraer una valiosa lección del resultado: existen cosas que es mejor dejar encerradas.