Cierto que las enormes desigualdades en el gigante asiático y la precaria condición de muchos de sus habitantes difícilmente les lance al consumo masivo, menos si los precios son altos. Pero si se cumple la noticia anunciada por The South China Morning Post, la inminente prohibición de vender consolas podría permitir que el mercado se extendiera por la zona con un éxito que no han logrado hasta la fecha las iniciativas locales: como bien recuerda Kotaku, el pasado año una consola local salió al mercado rubricando un sonoro fracaso al no lograr atraer a prácticamente ningún consumidor.
Si la noticia se cumple en sus términos, vendría no obstante con una condición: Sony, Nintendo y Microsoft deberían fabricarlas en Shangai y allí recibir aprobación de las "autoridades culturales". Posteriormente cada uno de los juegos debería ser aprobado por el gobierno, siguiendo la lógica censura aplicable en todos los frentes de China y de la que lógicamente no escaparía el videojuego.
El anuncio por ahora se ve más como un gesto de cara a los inversores para mostrar que hay voluntad de seguir avanzando en las reformas, pero si llegara a generarse un mercado pronto veríamos títulos realizados teniendo en cuenta los gustos chinos, o incluso desarrolladores chinos demostrando su capacidad para desarrollar software propio.