Tras una larga contemplación finalmente somos conscientes que la interacción del sprite sí ha sido programada (un detalle, puesto que empezaba a estar en duda) y que podemos manejarlo hasta que... ¡Diablos! A los pocos segundos aparece el primer lobo, y su forma de acercarse vuelve a ser, aunque corta, una escena cinemática.
Huelga decir que habrán muchas otras más.
Pequeñas cuestiones de usabilidad tendrán tambien su papel (como el botón start que es el que permite proseguir con el avance tras las pequeñas lecciones introductorias) de cara a ejercer de obstáculos en la prosecución de nuestro contacto con el juego.
Pero finalmente estaremos dispuestos a ir a por los ‘malos’ en fría venganza... aunque durante un tramo seguiremos encontrándonos a lobos y más lobos sin posible intervención en escena de GreenPeace, de forma que sólo ellos derramarán su sangre.
Como en una parte muy importante de éste título, estos enfrentamientos con enemigos adolecen un defecto de encuentro recurrente con varios del mismo tipo.
Eso en principio no debería ser un excesivo problema... pero lo es posiblemente porque tras los incontables minutos de espera con el video, es fácil que nos encontremos sin saber por dónde avanzar. Y es que muy pronto se ha planteado el primer torpe enigma, obligándonos a descubrir su particular sentido de la plataforma cuya problemática se centra en permanentes confusiones con el decorado: sin estar mal hecho, es difícil saber por dónde puede avanzarse y por dónde no. Un ejercicio visual del corte “dónde está wally” que será el que marcará el curso de la historia.
Unas veces será el cruzar por un árbol que creíamos meramente decorativo cuando era un puente (hum), otras que debíamos caernos por el precipicio que creíamos de resultado mortal, hasta que en intentos posteriores caemos por él en tentativa suicida con fructíferos resultados.