Hasta el momento, todos los juicios parecen poco halagüeños. Probablemente todos sean la consecuencia de la misma falta de claridad rítmica del guión. Igual que la introducción debía haberse acortado o establecido de forma más amena, la aventura debía haberse establecido con los principios más básicos de la lógica de la curva de dificultad. Ejemplos de ellos son los mencionados, el bloqueo inicial ante la falta de experiencia en cómo suelen ser de intrincados los huecos del escenario, cómo a veces es bueno caer precipicio abajo...
Pero esto se ceba en muchos otros momentos. La aparición de extraños enemigos “especiales” no parece responder a criterio alguno y nos hacen enfrentarnos a ellos con cara de indiferencia post-estupefacción. Nada más encontrarnos a los primeros enemigos humanos, uno de ellos que “revolotea” gracias a su magia perece fácilmente a pesar de sus risas de pérfido ‘súperenemigo’. Y todo queda ahí. Pero sin bombo y platillo, aparece una suerte de planta desproporcionada, que pega picotazos en el suelo intentando veteasaberqué.
Antes habremos asistido a la primera nevada –del todo repentina, pero muy vistosa- que nos hace preguntarnos por qué ese despliegue de medios que sin llegar a una exhibición de bandera predica gran corrección, no tiene un mínimo de planificación en lo que podríamos llamar ‘la lógica del momento’. Pero otra ha sido la filosofía inspiradora.
Como otro punto interesante, el que nos llega cuando la energía se agota. Aunque antes podremos hacer uso de los desperdigados incrementos de salud a los que accederemos por un ortopédico menú vía start, de uso bastante rompedor en lo que es la forma de hacer las cosas marca de la casa. ¿Que empieza a haber algo de ritmo? ¡golpe al estómago!
El caso es que cuando los golpes al estómago los reciba en exceso nuestro querido Conan, tendremos una opción para ‘revivir’. Un enfrentamiento en un escenario mágico-narcótico, al que accederemos de forma muy luminosa para ante la hueca mirada de una calavera fantasmagórico-flotante, enfrentarnos a enemigos que en su superación nos permitirán volver al momento de nuestra derrota. Cada vez serán más y más difíciles los encuentros en este purgatorio. Hasta que llega un momento que es aconsejable la rendición.
Otra vez será.