Nota: esta es la primera parte del artículo que publicamos en nuestra edición impresa el pasado mes de junio.
Lo hemos dicho alguna vez y nos sigue pareciendo igual de cierto: de todos los sectores del ocio que cubrimos, probablemente no haya ninguno que trate con tan poco respeto a sus clásicos como el del videojuego. Sí, hay excepciones, pero estas parece tienen lugar por una exclusiva necesidad de la mercadotecnia, por esa recuperación constante de viejos nombres para nuevos episodios de sagas que funcionan, en muchas ocasiones olvidando al auténtico clásico del que provienen y simplemente limitándose a emplear su nombre.
Sin embargo, y a pesar de que en esta misma sección de nuestra edición web publicamos regularmente artículos desmontando la supuesta grandeza de reliquias injugables, es cierto que siguen existiendo nombres antediluvianos cuya diversión merece más atención y sigue siendo susceptible de grandes partidas. Tanto como que hay muchos otros juegos a los que sería fantástico re-jugar… si no fuera porque el tiempo nos ha hecho incapaces de enfrentarnos a algunos de sus retos, que ligeramente adaptados mantendrían su valor intacto.
En ese sentido hay cuestiones que suponen un obstáculo, como la dificultad. En algunos títulos de los 8 y 16 bits, lo de contar con 3 vidas que consumíamos en alguna de las primeras fases era algo hoy día considerado excesivamente draconiano. Acostumbrados a continuaciones interminables cuando no directamente vidas infinitas (¡quién lo hubiera dicho en los 80!) volver a enfrentarnos a retos que exigían de rituales tan enfermizos nos pone demasiados obstáculos para seguir adelante. Y aunque este extremo nos parezca uno de los más importantes, para una parte importante del público actual resulta igual o más duro tener que tratar con determinados gráficos que parecen sacados del más pobre de los juegos java de su terminal móvil.
Es por ello que dentro de la tendencia a reeditar una y otra vez nombres míticos de los 80, poco a poco fue surgiendo una línea que abogaba por hacer adaptaciones más o menos sustanciales. En algunos casos, simplemente para adaptarlo a las pantallas en que debían verse (porque sí, en las primeras recopilaciones muchas editoras tuvieron la desvergüenza de limitarse a empaquetar el clásico a pelo, dando con situaciones verdaderamente incómodas para el jugador que veía el juego mal proporcionado en pantalla). En otras, para reforzar algo del aspecto y dotarlos de un mayor colorido.
A medida que evolucionaba la vía de las descargas on-line, que se apreciaba el éxito que Wii tenía en su canal dedicado a clásicos y cómo desde ahí se afrontaba el tema desde una doble vía (la de la mera conversión, la del nuevo juego basado en el clásico), Playstation Network y Xbox Live se unieron a la fiesta.
Relanzamientos hechos a medida iban pues de la mano de juegos que continuaban con la historia de los clásicos con aspecto retro (lugar en el que destacan los Rebirth de Konami, con sus excepcionales Gradius / Contra / Castlevania). Eso por no hablar de casos tan curiosos como el remake de Bionic Commando, que iba a servir de uso promocional para introducir al moderno jugador en el nuevo juego que estaba desarrollando Grin y que, tras el fracaso de éste último (al que servía de campaña), tiene anunciada continuación el “remake” gracias al éxito de este formato mientras queda en el olvido su hermano mayor.
Con ojos de fan
Pero no nos interesa tanto en esta ocasión ese fenómeno oficial que ha tratado de sacar rendimiento de varias formas a las franquicias, inevitablemente unas veces con más éxito que otras (aunque lo que nos da que pensar es lo de Konami: cuanto más recurrentes demuestran ser en la nueva generación, mejores muestras dan de lo que pueden hacer en su vertiente “clásicos”). Lo que ahora pretendemos enfocar nos resulta algo mucho más sugerente, y es el caso de aquellos programadores que crecieron con auténticos clásicos a los que idolatraban y siguen idolatrando, y que como muestra de su admiración los recuperaron para los nuevos tiempos bien como ejercicio para desarrollar sus habilidades, bien como hobby para sus ratos libres.
La fórmula se ha desarrollado desde todas las vías posibles, en un fenómeno que para los veteranos es singularmente atractivo: desde adaptaciones de un clásico realizadas para otro ordenador clásico de más potencia (por ejemplo, una versión moderna del Gradius original para Msx2), al clásico portado a un soporte actual (bien en conversión exacta ‘píxel perfect’, bien modernizándose para darlo todo) llegando al frikismo absoluto de trasladar un juego moderno a un soporte más antiguo.
Si esto último podía resultar sorprendente (viendo cosas asombrosas como un Street Fighter 2 para Amstrad) algunas compañías han quedado prendadas por ese estilo y en juegos como Dark Void han optado por hacer sus propios “falsos” remakes del juego ultra-moderno que estaban editando, publicando así una versión de corte clásica con aspecto de Nintendo de 8 bits (y además acompañándola de una falsa historia: el juego perdido que inspiró al actual…).
Pero sigamos con lo que toca, que esto iba en una dirección: la de enumerar alguna de las grandes glorias que se encuentran en la red maravillosamente adaptada sin que devotos seguidores de esos juegos en el pasado sepan lo que podrían volver a disfrutar de ellos. Y de forma gratuita. Algo que debería permitir que modernos jugadores les den una oportunidad y descubran algunas de las cosas que nos maravillaban tiempo atrás, algo que podrán hacer en algunos casos sin sentirse incómodos por sus prejuicios hacia lo que consideran anticuado. Vamos a ello.
Nótese a)que esta lista tiene mucho de subjetivo, b) que encontrar, puede encontrarse prácticamente de todo en estados muy diferentes gracias al éxito del fenómeno y a los concursos que se han ido realizando entre programadores para ver quién realizaba la apuesta mejor/más atractiva.