Malos tiempos para Sonic en los que Sega no ha asumido que su popular personaje no se desenvuelve nada bien en entornos de tres dimensiones; tras varios intentos en consolas de sobremesa insiste de nuevo fijándose ahora en los recientes Marios 3D de Nintendo. Solo los Sonic Colors de hace tres temporadas salvan el nombre Sonic que, en cambio, en los juegos lanzados tanto para GBA como Nintendo DS sí que mantenía el tipo, aunque no fuesen desarrollos que siguiesen el estilo canónico de la saga.
El reciente Sonic 4 (presentado por episodios) demuestra también que la magia tampoco es eterna y que hay que cuidarla; tanto tiempo ha estado el erizo alejado de su entorno natural que en el momento de su regreso las cosas no resultan todo lo agradables que deberían ser.
Estando la situación del personaje en un punto complejo y donde funciona mejor como acompañante (y encima en juegos de Mario) que en los suyos propios, Sonic Lost World se presenta por ello como la enésima intentona de devolverle al lugar que le corresponde.
Nuevos mundos, viejos recuerdos
Los 8 mundos en los que se desarrolla la aventura con sus cinco zonas (más el extra con las fases especiales) recuperan elementos definitorios de Sonic, incluidos power ups clásicos, finales de nivel en forma de jaula para animales y demás detalles con los que los chavales de los 90 pueden reconocer a su personaje en la actualidad; pero de toda la variedad de niveles que muestra el juego, son las fases en 2d de avance horizontal y las de 3d de avance vertical lo más parecido que hay a un Sonic clásico en este híbrido de juego de Mario con la mascota de Sega.
Los problemas de base llegan en el salto a las tres dimensiones; de nuevo. Los entornos de 3D libres inspirados en Mario Galaxy son un despropósito jugable en los que Sonic queda vendido a cada mal salto por culpa de una cámara Y contol impensable a estas alturas de la partida.
Las fases especiales para obtener las esmeraldas del caos hacen uso del giroscopio 360º lo que obliga al jugador a moverse en el sitio e impide que se pueda jugar de otra manera que no sea dando el cante en el lugar en el que uno se encuentre. Si no se superan, queda guardada en el menú correspondiente para cuando haya más ganas. A partir de la tercera esmeralda las misiones se complican.
La opción de juego online Vs es lo que más sorprende de todo este batiburrillo. Si estás acostumbrado al Vs de otros juegos en 3DS al final se hace entretenido jugar un par de partidas contra jugadores de cualquier parte del mundo en sus tres modos de juego: carrera, batalla o fase especial. Como en el resto de juegos de 3DS la puntuación mundial varía así como las misiones que pueden intercambiarse en el modo streetpass, un añadido también resultón que saca partido a la consola, aunque parece que de una forma un tanto forzada.
Poder conectar además con la versión de Wii U y enviar objetos de ayuda (vehículos previamente fabricados en el taller de Tails gastando recursos) es otro de los añadidos con los que Sega justifica el doble lanzamiento para las dos consolas de Nintendo.
Sensación agridulce
El apartado gráfico de la portátil está a la altura de los mejores juegos de Wii de la última hornada y no desmerece a lo que podemos ver en la versión de Wii U. Las escenas intro se antojan algo borrosas para lo que el usuario de 3DS está acostumbrado y el doblaje, aunque se agradece, se convierte en un detalle finalmente molesto por culpa de las voces seleccionadas (salvamos a Eggman y a sus secuaces; ya que ni Sonic ni Tails ni mucho menos los seis entes demoníacos contra los que debe hacer frente el erizo ‘suenan’ como nos los podríamos imaginar en nuestras cabezas de no haberse doblado el juego.
Quienes hayan jugado a los sonic originales en los años 90 entenderán, tras un par de partidas a Sonic Lost World, el delito que supone para la marca del erizo tomar elementos puramente distintivos de los juegos de plataformas de Mario para tratar de hacerlos propios. No es solo el detalle de que exista un botón para hacer correr más rápido a Sonic o el mapa de selección de fase, puro Nintendo, sino que la introducción de búsquedas en cada nivel como cinco Rings rojos o que las fases superadas sea posible jugarlas de nuevo para descubrir el resto de sus secretos usando los Wisp power-ups obtenidos en mundos más avanzados hace que la impresión de estar ante un Sonic que pretende ser más que Mario no se vaya de nuestras cabezas.
Este nuevo Sonic es varias veces rejugable pero primero hay que perdonarle que algunos niveles se lleguen a atragantar debido al diseño de los mismos (enemigos a los que hay que batir pero Sonic es incapaz de hacerlo en el tiempo correcto, problemas con algunas cámaras, excesiva velocidad en los entornos pretendidamente libres) sumado el hecho de que al final la dificultad se ha rebajado de cara a las generaciones del eterno savepoint o que no cumplir con los tiempos de cada nivel ni penaliza ni obliga a comenzar de nuevo.
Sonic Lost World quiere recordar a los Sonics de toda la vida pero jugando en la división de las tres dimensiones, entorno en el que jamás se ha desenvuelto bien por lo que el resultado final no es para nada excelente, pero tampoco amarga si nos acercamos a él con las ganas justas de pasar un buen par de partidas.