Pongámonos en situación: Valve, una de las desarrolladoras más potentes de software, quiere aprovechar su protagonismo en el videojuego con Steam para dar el salto a hardware. La vía, aparentemente muy hábil: diseñar un sistema basado en Android que tirando de su catálogo lo lleve al salón mediante un sistema abierto que desarrollarán terceras compañías (Valve, de hecho, explicó que no desarrollaría consolas por el momento).
De entre las candidatas a desarrollar su propia Steam Machine, desde el principio Alienware ha sido la que probablemente ha gozado de mayor repercusión. La primera consola de la marca llegaría en septiembre, y ahora sabemos que la siguiente no tardaría en llegar: "las consolas se actualizan cada cinco, seis, siete años... nosotros actualizaremos nuestro sistema cada año" declaró Frank Azor a Trusted Reviews.
A la hora de explicar los motivos de una política tan agresiva, Azor relata que "no habrá opciones de personalización, no puedes actualizarla realmente; la plataforma evolucionará a medida que los juegos resulten más intensos en el uso de recursos".
Quizá Azor no sea del todo consciente, pero el golpe a la imagen del producto es doble: para algunos la incapacidad de contar con ampliaciones puede ser un escollo, pero además que se fije de antemano una periodicidad anual para el hardware tradicionalmente hace que muchos usuarios se cuestionen adquirir el producto si saben de su corta vida, por no hablar de que cuando se acerque el siguiente periodo de lanzamiento muchos usuarios potencialmente interesados sabrían que existe una nueva versión a la vuelta de la esquina, postergando en el mejor de los casos la compra (más cuando en sus declaraciones evidencia que caso contrario la máquina no podría correr algunos juegos).
Si la estrategia acaba siendo tan problemática como parece o si en Alienware la replantean, es algo que solo el tiempo puede decir. En todo caso, Alienware es por ahora solo uno de los 14 desarrolladores de una versión propia de Steam Machine.