Uno tiene un gran recuerdo de la que se ha dado en llamar “la edad del oro del software español” (mientras es fácil preguntarse si acaso hubo otra), y la prueba del tiempo termina siempre por dejar esos recuerdos por los suelos. Los argumentos eran originales, los gráficos vistosos, pero de los considerados míticos, pocos tenían un mínimo de jugabilidad capaz de enfrentarse a estos tiempos.
De entre todos ellos, a Dustin es fácil recordarlo como un juego de especial atractivo. El encierro entre las celdas de la prisión que los chicos de Dinamic llamaron Wad-ras en recuerdo al lugar en el que algunos habían cumplido con el servicio militar, los peculiares personajes y la indescifrable combinación de ítems que debíamos emplear para superar pantallas, entonces daba con un conjunto tan inevitablemente atmosférico, como inevitablemente tosco resulta hoy.
Lo curioso es que al verlo más de veinte años después, la forma de sortear obstáculos no puede parecernos más críptica y caprichosa, y al mismo tiempo entendemos que sin ese obstáculo endiablado, el juego dejaba de serlo: basta ver el vídeo bajo estas líneas para comprobar como un jugador experto lo supera en apenas 7 minutos.
Particularmente diabólico (por si no lo fuera poco deducir mediante prueba-error qué objeto usar en qué estancia) es el tema de sus pasajes selváticos: estancias reproducidas de forma clónica, sin sentido alguno, en que uno se podía volver loco tratando de salir de unas pantallas hechas para desquiciarnos. Si viendo el vídeo parece eso, desquiciante, jugando y encerrado entre ellas la palabra se redefine para alcanzar una nueva categoría, tristemente habitual en esos tiempos.
Por si alguien cree que el video es cuadriculado, la versión Amstrad era una exhibición de color comparado con la pobre recreación de Msx, en que sus rasgos monocromo apuntaban más a un personaje paródico (consecuencia lógica del uso de dos distintos grafistas, Cubedo y Sudón respectivamente). Qué decir de la forma en que los colores de fondo desteñían sobre nuestro personaje en el caso del ordenador japonés… cosas que entonces veíamos normales en unas conversiones que dejaban mucho que desear.
Dustin versión MSX, gráficos sustancialmente diferentes.
Entre lo poco que hoy día sigue gustándonos, la carátula de Azpiri, digna de ser integrada en su colección y publicada como compilación… cosa que afortunadamente sucedió a finales del pasado año.