El momento que vive la conducción en España tiene escasos precedentes. Ni las mejores épocas de Carlos Sainz en rallys, lapidadas posteriormente por años y años de mal fario cebándose en nuestro abanderado al volante, son comparables con el fervor nacional por la prometedora carrera de Fernando Alonso. Si bien éste año todavía no se ha concretado en grandes éxitos, sí ha logrado todo lo posible en emoción y atención a sus participaciones. Es por ello que el lanzamiento de Indy Car Series de esta edición, a pesar de estar claramente diferenciado del espíritu de la Fórmula 1, puede tener más relevancia que en años anteriores. Y que aun cuando su propuesta es diferente y muy especializada, en esa especialización precisamente encuentra el argumento para sacarle toda la punta posible y redondear el realismo de sus carreras a la vez que se ofrece algo diferente.
Es cierto que para una parte muy importante de los jugadores, la idea de encerrarse en circuitos ovalados a dar más y más vueltas puede no ser su forma ideal de ver la competición. Pero también es verdad que el grado de pulido y estudio del mismo, descubren las características de siempre en los buenos juegos de carreras, simplemente envasadas de otra forma por el hecho de encontrarnos en una modalidad propia. Así, copada la licencia de F1 que a buen seguro Codemasters habría sabido explotar, la marca que tan bien está desarrollando las distintas variedades del género de conducción utiliza la oficial de la Indy Racing League para ofrecer la temporada completa de la Indy Car Series (incluyendo la Indy 500). Desde un prejuicio puede deducirse ya algo: tratándose de Codemasters y su habitual tenacidad por el esmero en sus licencias, en enfatizar en aspectos de jugabilidad, el resultado no puede ser malo. Aunque cierto es, que será mucho mejor para un público concreto.
Lo que destaca de esta edición en cuanto a jugabilidad es, por un lado una Inteligencia Artificial bastante desarrollada en que el comportamiento de los rivales no responde a un concepto de “coches a batir”, si no que se individualizan en su forma de correr y consecuentemente le dan más realismo. Eso cuando no competimos vía on-line –el gran aliciente- con otros usuarios a través de la red. Por otro lado, las múltiples opciones incluidas permiten que una vez estamos debidamente instruidos, manejemos distintos aspectos muy técnicos de la realidad de la conducción y que tienen clara repercusión sobre nuestra forma de correr. Ellos contribuyen a hacer mucho más interesante las carreras, porque cualquier descuido se paga caro.
En ese sentido vendrá bien una de las opciones a modo de tutorial, en que Dan Wheldon nos instruye en las particularidades del vehículo. Esto no es sólo tirar hacia adelante a base de acelerador, moverse esquivando coches y llegar a la meta. El equilibrado de peso para controlar virajes, la mezcla en la riqueza del combustible para administrar la relación velocidad/suministro, la zona por la que tomar los giros, ir a rebufo, aprovechar la distinta superficie ya marcada de la carretera, etcétera, son cuestiones que nos hacen corredores más preparados para buscar la victoria y generalmente desconocidas por la mayor parte de los usuarios.
Con todo esto, los 15 circuitos en que probaremos 33 coches donde se deja ver la licencia oficial, no serán sólo vueltas en círculo buscando el primer puesto. Y aunque para los más seguidores del arcade tanto giro será mareante y repetitivo, marcarse el reto que precisa en cuanto a resistencia y habilidad para llegar al número uno, puede convertirse en un buen argumento para lanzarse a esta forma de velocidad. Si no, el juego on-line es una opción sencillamente indiscutible.