Mucho se ha venido hablando de esta secuela, y es que mucho ha sido el tiempo que nos ha tenido en vilo. Junto a la prometedora versión de Metal Gear para la nueva bestia de Sony, esta ha sido la mayor baza de la marca y juego insígne para justificar por si solo la compra de una consola tenga esta el precio que tenga.
Tras toda esta larguísima espera prolongada en larguisimos meses, atenuados ligeramente por imágenes y videos impactantes que se abrían paso por entre rumores, especulaciones y sobre todo RETRASOS , Gran Turismo llega POR FIN y lo hace para arrasar.
Representa uno de los mayores hitos en el género de los videojuegos de conducción. Viene a ser la consumación de la adaptación de este a las 3D y al uso de la perspectiva subjetiva que tantos años se persiguió antes de las 32 bits. Tras encontrar en la PSX el lugar para brillar, explotó los recursos de esta máquina para dar uno de los juegos más recordados y que tanto contribuyeron al éxito del soporte. Y ahora, tras inscribir su nombre en la historia junto a aquellos innovadores F1-Spirit con su toma cenital, Out Run ya metido en perspectiva, y alguna que otra vieja gloria, se adapta al salvaje e inexplorado (al menos hasta este título) potencial de la PS2, para ofrecer esta auténtica perla que concentra gráficos, sonido, jugabilidad... TODO, en una auténtica apoteosis del videojuego.
Introducir GT3 en la PS2 es una apuesta segura por la diversión. Incluso aquellos renegados del género, que bien por apatía o saturación no son devotos del manejo de vehículos, encuentran en este espectáculo visual sin precedentes (a la espera como siempre del nuevo Metal Gear) un motivo para quedarse atontados vislumbrando destellos de magia allá donde se llevaba mucho tiempo buscandola. Con su mecánica de adaptación-remake de la logradísima versión de Gran Turismo 2 (de hecho el número e vehículos se ha reducido ya que el detallado era mucho mayor y el tiempo comenzaba a apremiar) que incluye los conocidos modos de juego donde la opción "Gran Turismo" es la auténtica perla (por más que vienen bien otras posiblidades para, simplemente, echarse unas carreritas), este juego nos invita constantemente a jugar otra partida, y a buscar otro decorado que nos absorba y nos permita gozar de la experiencia que siempre deseamos tener con un vehículo a nuestras manos. Contemplar la luz del sol filtrándose por las ramas de los árboles -cegándonos parcialmente y obligandonos a ajustar la vista al horizonte-, obligarnos a repasar la pantalla para asegurarnos que es cierto que toda la iluminación de la ciudad se refleja en la humedad del asfalto, no son sino maravillas que el afortunado poseedor de este juego podrá disfrutar una y otra vez para envidia de los desafortunados que no puedan tenerlo para siempre en sus casas.
Hay que añadir cuestiones colaterales en lo que viene a ser una de cal y una de arena: por un lado la posibilidad de adquirir un mando con pedales de Sony que aumenta ostensiblemente la experiencia, y por otro un feo detalle que pese a pasar algo más desapercibido en un título de tanto renombre como este, empieza a ser una cuestión molesta: las conversiones a PAL y su carencia de 60 hzs vienen mucho tiempo jugando malas pasadas. Aquí el empleo de la técnica Overscan nos libra de las malditas franjas "cinemascope", pero aún así puede haber una ligera pérdida de frames que si bien no alteran un producto sobresaliente pese a repercutir en velocidad, dan que pensar sobre la incompetencia de ciertos programadores y sobre todo el desdén con que se nos sigue tratando cuando pagamos precios muy superiores a los de otros países.
No obstante, a nadie le amarga un dulce, y este es de los buenos y de los que más nos harán disfrutar. Abrochense el cinturón ¡y pisen a fondo por una vez!