Una encuesta publicada la pasada semana en un periódico de Canadá es concluyente: un 72% de los padres están a favor de la prohibición de los videojuegos violentos. El titular, así por las buenas, impresiona. Luego el desglose de la noticia nos descubre uno más completo que añade un comprensible “para menores”, y nos sentimos como cuando impactantes anuncios de sexo gratis tratan de vendernos las mejores entradas para nochevieja.
Visto de esa manera, cabe preguntarse qué 28% de padres está a favor de la venta de videojuegos violentos a menores y si quizá estos, dotados de un poderoso e inusual sentido común, simplemente querían saber cómo de violentos eran los juegos y sus argumentos en concreto antes de mandarlos a la hoguera. Probablemente el tema sea más prosaico y ese 28% simplemente pasaba por allí, despistado, y se limito a oír ‘prohibir’ y decir que no porque eso no se correspondía con su visión alegre de la vida. En todo caso, como recientemente decían los responsables de Red Dead Redemption (Rockstar), “los padres que compren nuestros juegos a sus hijos sin duda son padres terribles”.
Commando vino con restricciones para determinados países para no liarla...
Space Invaders, perseguido en EEUU en su lanzamiento porque aquello podía ser poco menos que diabólico. |
En todo caso, la moda de querer censurar el videojuego se ha reforzado de la misma forma que lo ha hecho el sector, pero en realidad lleva ya demasiados años entre nosotros. Resulta particularmente chocante que si bien hoy es comprensible que GTA no sea para todos los públicos, en el pasado los escandalizables ya alucinaban con los primeros pasos de las recreativas. No es broma: desde el primer matamarcianos a los mata-mata ya había gente rasgándose las vestiduras, incluso en el país en que llevar armas es derecho constitucional.
Space Invaders, perseguido en EEUU en su lanzamiento porque aquello podía ser poco menos que diabólico.
Space Invaders, perseguido en EEUU en su lanzamiento porque aquello podía ser poco menos que diabólico. |
Uno, con todo, ve las cosas con perspetiva y cree que alguno de los juegos de antes sí debería ser prohibido. Juegos como el de la imagen bajo estas líneas no serían una muestra especialmente explícita de violencia desmedida, pero las frustraciones e ira que despertaba, bien podría crear más psicópatas que la mayor violencia condensada por las siniestras mentes de Rockstar:
Don Quijote, una de tantas aventuras gráficas con aspecto cultureta hechas para desquiciar a la mente más estable.
Space Invaders, perseguido en EEUU en su lanzamiento porque aquello podía ser poco menos que diabólico. |