Hay algunos géneros en los que, antes de meterse, sería bueno algo de reflexión. En una industria como la del videojuego cuya facturación crece anualmente y que supera ya a la todopoderosa mercadotecnia del cine, cabe esperar que ese sea el procedimiento por el que se inicie cualquier proyecto que se precie. Centrarse en pensar qué hacer, cómo hacerlo, cómo venderlo. Todo tiene su dificultad, y entre ser creativo o buscar lo de siempre, lo normal es que la industria tienda a adocenar cualquier producto.
Ahora bien, y volviendo a lo de los géneros. Hay algunos en concreto que necesitan una especial reflexión. ¿Por qué? Pues porque si alguien quiere hacer un juego de fútbol, va a encontrarse con el muro prácticamente inquebrantable que los devotos conocemos como Pro Evolution, y con el imperio de Electronic Arts acosando al invencible. Lo normal es que sin grandes medios, voluntad y derroche, cualquier intento quede en ridículo ante quienes año tras año están especializándose en sobremanera y no tienen nadie que les ataque con garantías.
Si el empeño de la compañía, bien sea por el lado productor o por el grupo de programación es el de seguir adelante, siempre caben alternativas. Hacer algo que se aleje del resto, aunque sea por la vía de intentar algo simpático y olvidando la competencia, demostrando la lógica de quienes entienden que la diversión no siempre exige grandes despliegues. Podría ser el caso de Animal Soccer, por citar un ejemplo.
Pero todavía se podrían hacer muchas cosas renunciando a los entramados poligonales 3D, y buscando un resultado si bien no puntero tecnológicamente, con un uso agradecido que sepa defender la dignidad.
En el caso del tenis, sin llegar al extremo del deporte balompédico, lo cierto es que la competencia anda más que bien servida. Es uno de esos casos en que casi cualquier intento obliga a citar a los de siempre, no en vano el Virtua Tennis es uno de esos referentes que ha calado lo suficientemente hondo como para que cualquiera con mínimo de afición haya variado su escala de valores en un título de esta clase. Sin la complejidad del deporte de equipo en que hay que manejar a un grupo amplio de jugadores, sí hay varias cuestiones a enfatizar, la mayoría partiendo de conceptos relativamente simples como los controles, las colisiones raqueta-bola, y lo que en definitiva viene a ser un conjunto de respuestas físicas bien llevadas. Algo que resulta mucho más complejo de lo que aparenta. Pero que de estar bien tratado, tiene mucho ganado.
En las antípodas de todo esto, en donde podríamos inscribir lo que nunca debería hacerse, ahí reina Perfect Ace. Con algún que otro compañero de miserias, probablemente, recordándonos igualmente lo difícil que debe ser intentar hacer un videojuego cuando ni los medios ni el sentido común asisten.