A pesar de no ser demasiado conocida en occidente, lleva dando vueltas por el mundo desde 1995. Sus primeras entregas aparecieron para Super Nintendo, pasando por varios sistemas hasta llegar el impecable Front Mission 3 para Psx. Los últimos años han servido para ver dos nuevos lanzamientos para PS2 e incluso alguna incursión para NintendoDS.
La fórmula de éxito que gustó mucho entre los japoneses (y más tarde también a los occidentales) fue una curiosa mezcla de RPG y juego de estrategia. La parte más completa por supuesto era la de estrategia, un diseño por turnos que conseguía plantearnos numerosos desafíos en campañas que ponían a prueba nuestra habilidad. Destacaba la importancia y el número de los personajes con los que se podía interactuar cuando no estábamos combatiendo, con numerosas conversaciones y un fuerte peso argumental.
Quizá la importancia de los personajes y las historias que cada uno lleva consigo sea el único nexo común que se mantiene en Front Mission: Evolved con sus antecesores ya que además de controlar los enormes robots o “Mech” poco o nada tienen que ver en su planteamiento jugable.
Cambio de Rumbo
Front Mission ha pasado de ser un juego de estrategia con toques de rol a ser directamente un juego de acción. En este sentido, las referencias más claras las podemos encontrar en las entregas de “Armored Core”, una franquicia con la que From Software logró un éxito notable (especialmente en Japón) en la pasada generación de consolas. Nos encontramos pues ante un juego de acción en tercera persona, donde la mayor parte del tiempo controlaremos un enorme “Wanzer”, una máquina temible a la que podremos dotar de todo tipo de armamento.
Estas modificaciones serán gran parte de la “salsa” de Front Mission. Gracias al dinero acumulado durante las misiones, ya sea eliminando enemigos o encontrando maletines por el escenario, podremos mejorar muchos aspectos de nuestro Wanzer. En función del tipo de robot que necesitemos, las piezas a escoger lo pueden convertir en un Wanzer pesado, medio, o ligero. Por lo tanto, si cambiamos el torso, los brazos o las piernas, podremos hacernos más resistentes, pero también más lentos a la hora de maniobrar.
Esta libertad a la hora de cambiar piezas y equipamiento, nos ofrece la posibilidad de realizar esos cambios en cualquier momento de la misión. Si llegamos al jefe final y se nos hace demasiado duro, al morir tenemos la oportunidad de volver a la zona de montaje para añadir un escudo, cambiar alguna pieza, etcétera, volviendo de inmediato a la acción tras finalizar los cambios oportunos.