Un juego de estas características no deja de ser una jugada nada arriesgada, un tanto ganador obtenido sin ningún tipo de esfuerzo.
Los año 90 fueron una época dorada para el género de las plataformas en 2D. Megadrive y Super Nintendo competían por ofrecer los mejores juegos dentro de sus catálogos y la lucha era encarnizada. Entonces llegó Rareware, que venía de parir uno de los beat em up más dolorosos, difíciles y adictivos de la historia (Battletoads) y puso todo patas arriba: Donkey Kong Country (1994) ponía a trabajar a lo bestia a la Super Nintendo en un plataformas ágil, difícil y brillante en el apartado técnico y visual. En los dos años siguientes llegaron las secuelas oficiales del juego, DKC2 (1995) y DKC3 (1996), dejando el listón tan alto dentro del género que nadie más, ni siquiera la propia Nintendo, se atrevió a superarlo.
Nintendo 64 tuvo se ración de simios también de la mano de Rare, con un mostrenco Donkey Kong 64 (1999) que no satisfizo a todos: grande, complejo, con mil secretos obligatorios por descubrir... y en formato aventura 3D, un género al que no todas las mascotas se han adaptado con tanta naturalidad como el fontanero bigotudo. Quedando claro que en las aventuras 3D Donkey y su tropa no podían hacer nada mejor que lo que ya existía (Mario 64 y sus compañeros de estudio, Banjo y Kazooie) Nintendo esperó hasta el 2004 para un tímido retorno a las 2D en el correcto Donkey Kong Jungle Beat (reeditado en 2009 para Wii). Hasta el momento, todo habían sido pasos hacia adelante, tratando de buscarle un lugar al simio, un juego/saga en el que ponerle cómodo y exprimir un poco más los bolsillos de los aficionados.
En 2010 Nintendo dejó que Retro Studios asumiese ese papelón, el de devolver al gigantesco mono al podio de los plataformas en dos dimensiones. Y los chicos que ya revitalizaron la saga de Metroid con la trilogía Prime tiraron a lo fácil: cuando hay una cartera suficiente de nuevos jugadores que desconocen de dónde se viene, lo mejor es mostrarles el camino con un producto que les recuerde por qué están aquí. Eso es Donkey Kong Country Returns, un remake/secuela/homenaje para jugadores de vieja escuela que añoran los antiguos retos, un auténtico fanservice plataformero que los adolescentes de 2011 podrán jugar sin complejos, sin sentir que vienen con todo ya regalado, haciéndoles partícipes de un momento clave en la historia de los videojuegos.
DKCR alberga momentos notorios y guiños suficientes para que los más talluditos suelten alguna lágrima. Por ahí dejan verse en las primeras fases algunos pájaros banana del DKC3, en la costa junto a la playa hay numerosos navíos piratas abandonados, las músicas mantienen el estilo y melodías de la trilogía original... De tantas referencias es inevitable pensar que dónde se ha dejado Retro Studios a los Kremlings y a su líder King K. Roll. En su lugar, unos instrumentos musicales surgidos del interior del volcán de la Isla Kong hacen las veces de enemigos a batir. No aguantan ni dos sopapos ante el carisma de los enemigos de las anteriores aventuras, pero su diseño al menos es original y divertido.
El diseño de fases, los gráficos y demás elementos del juego son un continuo trabajo de artesanía en dos dimensiones. Cada fase debe memorizarse para que pueda ser superada sin perder muchas vidas y los diferentes planos donde se desarrolla la acción dotan a cada nivel de su propia personalidad y estilo. Todo, en definitiva, encaja a la perfección, haciendo que cada uno de los niveles de este juego sea una delicia jugable, un canto a otra época, un auténtico guiño consolero a toda una generación que puede que estas alturas ya esté criando a sus primeros hijos.
Y sin embargo es inevitable pensar que un juego de estas características no deja de ser una jugada nada arriesgada, un tanto ganador obtenido sin ningún tipo de esfuerzo. Nintendo con Wii y DS ha vuelto a saborear las mieles del éxito masivo. La cantidad de franquicias propias para sus dos consolas es tan elevada que lo único que parece que faltase son más producciones para llamar la atención de los fans acérrimos. New Super Mario Bros para Ds y Wii es la demostración de que el género 2D bien llevado y entendido en el siglo XXI puede dar muchas alegrías; en cambio, este Donkey Kong Country Returns parece que grita a los cuatro vientos “eh, vosotros que os alejasteis de Nintendo, aquí estoy yo, venid a probar un juego de verdad y no esas producciones huecas y sosas en full HD”.
Donkey Kong Country Returns es inmenso. Sus niveles esconden miles de secretos y piezas por encontrar (de puzle y letras kong). La superguía ayuda a terminar niveles frustrantes (a pesar del amor propio, alguna fase pedirá usarla) y si se quiere cerrar la aventura a la perfección se debe acabar en todos sus modos. En definitiva, es un plataformas para una generación que desconoce lo que es jugar a un verdadero plataformas pierdevidas. Se agradece un título así pero, por más que tratamos de mantener la sonrisa, no podemos evitar hacernos esta pregunta: ¿acaso los videojuegos han llegado a tal nivel de sopor que solo estos remakes/secuelas/homenajes de los nombres que nos entusiasmaron antaño son capaces de hacernos reaccionar?