En 1986, Jon Ritman quería hacer su aportación a la técnica Filmation que habían definido los chicos de Ultimate (posteriormente Rare) en nombre de Batman. La situación parecía contradictoria ¿un autor con los rasgos de Ritman buscando valerse del peso de una licencia? ¿su olfato le decía que para dar un salto en la carrera era necesario hacerse con un personaje conocido?
Fuera como fuera, Ritman tenía dotes de genio de la informática, pero no era un grafista. Buscó entre sus contactos y se hizo con Bernie Drummond, un diseñador al que pocos días después empezaba a pensar que no vería mucho más en su vida: bocetos y bocetos y aquello iba de decepción en decepción, nada servía.
Finalmente, uno de los diseños llamó la atención de Ritman: ése sí era aceptable. A su inicial fascinación Drummond respondió haciendo de carrerilla, en base a ese prototipo, todos y cada uno los diseños del juego.
Al lector moderno, la historia le parecerá ridícula si hay que juzgar los gráficos del paleolítico juego que vio la luz en los 8 bits. Un título desquiciante en todos los sentidos, que hace de la palabra ‘ortopédico’ que hemos empleado varias veces para referirnos a una jugabilidad bajo mínimos su misma esencia. Estamos ante un mero pasapantallas monocromo mal planteado, apenas concebido como una fase de lo que debería ser el juego, tan al límite de los recursos que acaba con la misma molesta presentación con la que se inicia para simplemente hacernos recolectar las piezas de un automóvil con el que deberíamos ir al rescate de Robin (el resto… en nuestra imaginación).
Uno a veces piensa por qué Ritman, que tuvo ese aparente rasgo de comercial, nunca se planteó una continuación de Batman. En su lugar quiso evolucionar y dentro del mismo género nos dio a uno de los títulos más reconocidos en este subgénero de las plataformas-puzle-aventura, Head Over heels. Muchas más pantallas, dos personajes que vagaban por rumbos diferentes hasta que se encontraban y combinaban sus cualidades… (¿cómo diablos lo hizo si la tecnología estaba al límite?). Lo cierto es que a uno le habría dado una enorme alegría. Porque a pesar de los defectos actuales, los méritos de diseño a que antes nos referíamos cobraban todo su sentido con la labor realizada para exprimir el soporte, por la atmósfera que se lograba y por lo que nos invitaba cada pantalla a ver qué venía después.
Si alguien nos sigue desde los más de diez años que llevamos haciendo periódicas recuperaciones de clásicos, habrá notado que no es la primera vez que hablamos de Batman ni de los Filmation, géneros a los que no volveríamos ni por error. Era fácil recaer alguna que otra vez en la fiebre de los emuladores, pero después youtube demostró que para satisfacer nuestra nostalgia era suficiente con ver un vídeo y que por tanto no hacía falta alguna volver a padecer los suplicios de las exigencias de cada uno de estos juegos.
Y para vídeos, el siguiente. Como demostración del enorme cariño que algunos profesan al clásico, otro remake que se acumula a los que con asombrosa habilidad se realizaron antes de Head Over Heels. Ver la evolución en los apartados sonoros de este Batman casi le da sentido a su mecánica, todavía excesivamente limitada. Volver después a atender al original nos hace pensar que a su manera esta adaptación hace del juego lo que siempre debió ser, lo que algunos imaginábamos a partir de sus escasos píxeles.