Déjà vu permanente, o la mejor forma de concebir la acción. El pistoletazo en perspectiva subjetiva sigue siendo género de referencia, y en este sentido Medal Of Honor es uno de sus representantes más insignes en los últimos años.
De PSX a PC, antes de otras adaptaciones nos llega una entrega para la fiera de Sony que explota aún más esta mecánica.
Hay días que hasta el más empedernido de los jugadores, se comienza a cuestionar la necesidad de revivir una y otra vez mismas aventuras en lo que se supone que es una afición encaminada a las emociones fuertes, a la tensión, a esa habilidad que crece gracias a nuestra adicción.
Y es verdad, los shooters han sido un género de los grandes, de los que han hecho época y -probablemente- con varias cosas todavía por decir.
Pero la necesidad de volver a coger otra escopeta, volver a pegar tiros a los entes pululantes y decir esporádicamente "no me siento las piernas" en los momentos de flaqueza, acaba desapareciendo sin los justos alicientes, y uno siente hasta pereza y un cierto pacifismo de cara a volver (otra vez) al campo de batalla.
Pues bien, aquí tenemos a uno de esos títulos que alicientes, tenerlos, los tiene. Y no se anda con tonterías, sino que nada más empezar, exhibición de por medio, nos aboca al Día D, en un desembarco en Normandía 100% Spielberg, donde poco tiempo nos queda para hacer las reflexiones arriba descritas. Esto promete, y mucho.
El juego
De las anteriores entregas (PSX/PC) quedaba muy claro el espíritu del juego, enmarcado ahora -una vez más- en la Segunda Guerra Mundial, con una recreación siempre encaminada al realismo donde no faltarán videos reales para ayudarnos en la inmersión. El detallismo de ambientación, construcciones y indumentaria, es del todo elogiable, apreciable desde la primera caótica toma de contacto de esa misión sin igual, por más que el resto nos darán momentos bélicos casi igual de gratificantes. Para esto, ha venido muy bien todo el estudio realizado para el film "Salvar el soldado Ryan" (con el que son, y siempre han sido, evidentes las semejanzas/paralelismos) cuya documentación contribuye en sobremanera a toda esta apariencia de realidad que nos lleva en unos segundos directamente al año 44.
¿Defectos? Pues, sí, desgraciadamente los tiene. Quizá resulte algo macabro hacer reclamaciones gore, pero la sangre en un juego de guerra es parte de su realismo, y aquí los soldados parecen rellenos de vapor, no dejan ni mancha. Además, alguna ralentización más que esporádica nos revolverá el estómago por lo que supone evitar que este sea un "juegazo" libre de taras, aunque en todo caso no sea excesivamente molesto.
En conclusión, valorándolo todo, MoH nos da una gran oportunidad de vivir una experiencia bélica que, pese a lo lineal de su recorrido -algo que dolerá a los amantes de la acción frenética más libre- nos lleva a una aventura de primera, que nos hará sentir grandes durante muchos tramos.