Un mes antes de su puesta a la venta en Europa, Nintendo 3DS ya es una realidad en las tiendas japonesas. Allí, el pasado fin de semana la gran N ha colocado cerca de 400.000 consolas entre los consumidores más ansiosos, que no dudaron en hacer cola para llevarse a la sucesora de Nintendo DS.
Ahora bien, el primer golpe podría habérselo llevado en lo que debería de ser una de las claves para la consola: su supuestamente infranqueable sistema de antipiratería. Con todas las argucias diseñadas por Nintendo, ya hay hackers en la red mostrando cómo pueden hacer correr software ilegal, y explicando que para ello apenas han tenido que modificar algunos archivos para equiparar su protección a la de la Nintendo DS.
No obstante, por el momento la cuestión no es del todo inquietante para la compañía de Mario: los propios hackers explican que en breve se producirá una actualización para cerrar el sistema, en una vía que probablemente se encuentre más desarrollada que en consolas anteriores por más que inicialmente no esté operando a pleno rendimiento. Las tarjetas R4 empleadas para el pirateo, consideradas ilegales en Japón, si tienen difusión en otros países y en ese sentido resultará vital para las ventas que pueda finiquitarse su uso desde las actualizaciones.