El sosainas de hoy merece capítulo aparte. Olvidado estaba, y su nombre parecía recomendar dejarlo así, pero la particularidad de un título que debió salir de la mente perezosa de algún programador incapaz de decidir géneros, hecho para demostrar que en los 8 bits faltaban filtros, dio para ese cruce de matamarcianos y tipo-contra-el-mundo (aquí universo), en Forgotten Worlds.
Lo cierto es que uno tenía una importante admiración por el juego por su fascinación ante la recreativa. Por lo que es fácil especular con que si hubiera limitado sus partidas a la coin-op la habría mantenido. Viéndolo ahora, tras la anodina versión Amstrad que le hizo perder todo ápice de glamour, aquello era solo un juego desubicado en que nuevamente hay que referirse a su concepción: qué mente friki podría pergeñar algo así.
La idea de Capcom, en todo caso, debió cuajar mucho atendiendo a las multiples conversiones y a que su protagonista incluso se coló en un título de actualidad, en su primera parte: el Marvel Vs Capcom. Aún así es asombroso que con lo que triunfaba Contra muchos no entendieron esta idea tan japonesa de los supersoldados flotantes. De hecho parecía más un error de programación que había finiquitado la gravedad, que algo hecho a conciencia. A las pruebas nos remitimos.
Ahora, eso sí, un pequeño ejercicio de justicia. También las pruebas nos revelan que viendo solo la recreativa, aquello podía estar muy bien… y la idea no era tan perturbada. Malditas conversiones, que en ocasiones arruinaron el nombre de algunos juegos con el recuerdo que de ellos nos dejaba llevárnoslos a casa (¿vale esta reflexión final como moraleja del post?)