Se anunció desde el primer momento como una de las aspiraciones de Nintendo al suceder a DS: 3DS iba a contar con innovadoras prestaciones antipiratería. Así, la enorme conectividad e intercambio de datos que la portátil lleva a cabo -incluso cuando la tenemos 'apagada'-, debía servir de forma de control sobre la legitimidad del software. De ahí que el anuncio el mismo fin de semana de su lanzamiento en Japón de que algunos piratas ya corrían copias ilegales, no parecía ni mucho menos algo definitivo.
La cuestión es que en Nintendo han optado por cortar por la vía fácil con los litigios que en cada país dan con resoluciones diferentes sobre la legitimidad o no de cosas como el hardware para correr copias pirata: si uno introduce una copia no admitida, la bloquearán. Y punto. "El uso de equipos ilegales o no aprovados por Nintendo, la personalización no aprobada por Nintendo, lleva a la posibilidad de que el sistema de la consola no pueda arrancar". Más claro agua.
A buen seguro, los desarrolladores de aplicaciones pirata estarán buscando la mejor forma de desbloquear la consola o de evitar este control de Nintendo, si bien tal y como están las cosas lo harán a costa de complicar las actualizaciones y hacer la vida más difícil a muchos usuarios, por lo que al menos los 'casual' podrían descartar esta vía y tener que pasar por caja para cada videojuego.